Nyon, Suiza., La UEFA confirmó que abrió un expediente disciplinario contra el Real Madrid, Juventus y Barcelona, los tres clubes que persisten en el proyecto de la Superliga.
El trío rebelde podría ser vetado de futuras ediciones de la Liga de Campeones o de Europa y recibir multas por negarse a renunciar al torneo que colapsó apenas 48 horas de su lanzamiento el mes pasado.
Los otros nueve clubes fundadores –seis de Inglaterra, dos de Italia y uno de España– llegaron a un acuerdo, comprometiéndose seguir en las competiciones de la UEFA y donar el dinero por su participación futura a obras de caridad.
La investigación del panel disciplinario apuntará a “una posible violación del marco legal, en relación con el llamado proyecto de la Superliga”.
La normativa de la entidad rectora del futbol europeo incluye una sección que prohíbe la conformación de torneos de clubes o ligas sin el permiso de la UEFA o fuera de su control.
No se estableció un plazo para completar la investigación. Sin embargo, la presentación de cargos suele tomar al menos tres semanas a partir del nombramiento de los investigadores.
Toda sanción que imponga la UEFA podrá ser recurrida ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo.
El sábado, el Real Madrid, el Barça y la Juve reafirmaron su intención de “perseverar” para construir su competencia de élite, paralela a la Champions.
En respuesta, la instancia europea nombró ayer a los “inspectores éticos y disciplinarios” encargados de realizar una investigación.
A pesar de que estos tres clubes disidentes son “conscientes de las diferentes reacciones” negativas suscitadas por el proyecto, y de que están “listos a revisar” la proposición tal y como fue presentada, no piensan renunciar a su proyecto.
Más aún cuando estos tres clubes históricos, que acumulan juntos 20 trofeos continentales de primer nivel, consideran que el derecho está de su lado y afirman que hay “tribunales que ya se pronunciaron a favor del proyecto de Superliga”.
La instancia europea decidió ignorar la posición de un tribunal madrileño y lanzar la batalla disciplinaria, que se prolongará previsiblemente en los tribunales, en nombre del derecho europeo a la competencia.