El tramo elevado de la línea (maldita) 12 del Metro no debe volver a operar. Sería imposible, desde nuestro conocimiento, tratar de identificar con exactitud las causas de la desgracia en ese medio de transporte, pero sí podemos señalar que los problemas se han centrado en ese tramo, principalmente.
Los datos con los que hasta ahora contamos sorprenden a cualquiera. Las obras se entregaban “bien” y se recibían “de conformidad”. Salvo las primeras declaraciones entre Miguel Ángel Mancera y Marcelo Ebrard, no parece haber evidencia física de las denuncias que se dice existen.
Pero más allá de los personajes e incluso de la señora Florencia Serranía, hoy directora del Metro, el asunto advierte que el viaducto elevado de la línea dorada no ofrece la seguridad necesaria para seguir su funcionamiento.
Claro que hay muchas cosas por aclarar y será la investigación la que vaya saldando cuentas, pero ¿y después? La gente en Tláhuac y de municipios del estado de México con los que colinda la alcaldía requieren con urgencia de una forma de traslado eficaz y segura. Son miles quienes la necesitan; remediar este otro problema es urgente, no se les puede condenar al aislamiento o a caer en manos de transportistas que medrarán con su necesidad.
Hasta ahora no sabemos qué va a pasar. Si el tramo caído se repara la gente volverá a llenar los vagones, porque no habrá alternativa y la repetición de la desgracia en ese u otro tramo del viaducto elevado sería fatal para la ciudad y para el país.
No hay nadie, al parecer, que trabaje en buscar las alternativas para evitar la parte peligrosa de la línea. Instalar un Metrobús o cavar túneles por donde pase el Metro podrían ser opciones, pero nadie nos ha anunciado, por el momento, la cancelación del tramo.
Desde el inicio del proyecto la posibilidad de que fuera subterráneo se descartó. Las condiciones lacustres del terreno –no hay que olvidar que toda esa zona pertenecía al lago de Chalco– elevaban costos hasta cifras muy elevadas y hacía más largos los tiempos de entrega.
Así y con el apoyo de ingenieros de la UNAM se optó por poner en práctica la teoría del “vaso invertido” con la que se podría evitar el hundimiento de las estructuras. Todo parece indicar que la teoría debe entrar en una revisión profunda que indique hasta dónde puede seguir siendo confiable. Este será otro dato que podrá señalar la sobrevivencia del tramo elevado de la línea 12 o una nueva opción, que urge.
De pasadita
Algo huele mal en el Congreso de la ciudad y debe corregirse de inmediato. La guerra entre las tribus morenistas ha dado como resultado la inoperancia de algunas áreas de trabajo, pero también abrió la posibilidad de que algunos diputados desoyeran las líneas de honestidad que se lanzan desde Palacio Nacional y, sin mucho ruido, hicieran de las suyas.
Antes de que el tiempo político borre la memoria de muchos legisladores habrá que hacer una profunda revisión de los contratos que se han adjudicado vía concurso o directos, porque es ahí donde se encierra el gato.
Tal vez alguno de esos diputados esté en el ánimo de hurgar entre los papeles que encierran secretos vergonzosos, y tal vez ilegales, y en el futuro pesarán sobre el quehacer de los políticos que componen el Congreso de la Ciudad de México. Pero bueno, si ninguno de ellos quiere meter la mano, a lo mejor le echamos una manita, cosa de tener paciencia.