Moscú. Un irracional ataque con arma de fuego en una escuela de la ciudad de Kazán, capital de la república rusa de Tatarstán, dejó este martes un saldo de al menos siete alumnos, una maestra y una empleada muertos, así como más de veinte heridos de bala.
El autor de la masacre, Ilnaz Galiabiyev, de 19 años de edad, egresado hace cuatro años de la misma escuela y estudiante de una institución de educación superior, se proclamó a través de las redes sociales como “Dios” cuya misión, anunciada horas antes de comenzar a disparar a diestra y siniestra dentro del edificio, era “hoy voy a matar a una gran cantidad de biobasura y luego me quitaré la vida”.
Antes de cumplir el plan de suicidarse, el atacante se rindió a los policías que acudieron primero a la petición de ayuda desde la escuela, minutos antes de que lo hicieran unidades especializadas en atentados y secuestros masivos del FSB (siglas en ruso del Servicio Federal de Seguridad) y también elementos de la Guardia Nacional.
Apenas dos semanas antes, Galiabiyev adquirió de modo legal un arma –en teoría para usarse en cacerías pero equiparable por su peligrosidad a un rifle de asalto–, que utilizó contra personas indefensas sin más finalidad que segar sus vidas.
A raíz de esta tragedia, el titular del Kremlin, Vladimir Putin, tras expresar sus condolencias a los familiares de las víctimas, ordenó revisar los requisitos y establecer un control más riguroso para comprar este tipo de armamento o, de plano, determinar qué se puede vender a civiles y qué no.
El ataque en la escuela de Kazan se produjo de manera tan inexplicable que generó todo tipo de rumores: que si fueron dos los atacantes, que si uno murió durante el asalto de las fuerzas de seguridad, que si uno logró escapar y se está tratando de identificar, y así por el estilo… hasta que el presidente de Tatarstán, Rustam Minninjamov, dio a conocer la versión oficial, aunque preliminar, de los hechos.
Minninjamov informó, tras decretar un día de duelo, que el número de muertos asciende a 9 –de ellos, 7 alumnos, una maestra y una empleada– y el de heridos, a más de 20, a consecuencia del ataque de una persona aparentemente fuera de quicio, que se encuentra detenida.
El atacante empezó a hacer declaraciones disparatadas –según pudo escucharse en las filtraciones de la propia policía en Internet–, entre otras que hace unos días “recibió una señal que le hizo saber que era Dios” y, por momentos, se sintió exultante como tal y, por otros, como “monstruo” que debía “aniquilar a quien se le pusiera delante”.