Ante la necesidad de aumentar la recaudación para sostener un gasto público que mitigue la crisis, hay argumentos para hacer mayor uso de los impuestos a la riqueza en las estructuras tributarias, consideró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El argumento inicial es la desigualdad exacerbada por la pandemia de Covid-19. Detalló que en la mayoría de los países que la integran el 10 por ciento más rico de los hogares concentra la mitad de la riqueza nacional y esta disparidad se agudiza al considerar que el uno por ciento de los hogares más acaudalados concentra 18 por ciento del capital físico y financiero de estos países.
En el informe Impuestos sobre sucesiones en los países de la OCDE, el organismo expuso que 24 de las naciones que lo integran cuentan con impuestos sobre las transferencias patrimoniales, incluidos aquellos sobre herencia, sucesiones y donaciones, pero aunque existan tienen un papel limitado en la recaudación de ingresos.
Por ejemplo, en 2018 sólo 0.5 por ciento de los ingresos fiscales totales que se obtuvieron en los países que gravan el patrimonio vino por estos impuestos a las herencias y sucesiones y sólo en Bélgica, Francia, Japón y Corea superan 1 por ciento de los ingresos totales.
México pertenece a los ocho países de la OCDE que no gravan la herencia. El impuesto fue abolido en 1961, y como en otras economías que también lo cancelaron antes de la década de los 70, se justificó por la falta de apoyo político, las oportunidades de minimizar los gravámenes y altas cargas administrativas por cantidades relativamente pequeñas de ingresos, detalló la OCDE.
Más allá de gravar la herencia, datos del organismo no incluidos en el reporte, pero sí en otras bases de información de la OCDE, muestran que México es de los países que menos ingresan por impuestos a la propiedad y así ha sido por cuatro décadas.
En 1980 era el país que menos impuestos a la riqueza ingresaba como proporción de su producto interno bruto (PIB), alrededor de 0.28 por ciento, y para 2018 –año para el que se cuenta con los datos comparables más recientes– está sólo por debajo de Estonia y Lituania, al recabar 0.33 por ciento.
La OCDE subrayó que “existen buenas razones para hacer un mayor uso de gravámenes sobre sucesiones y donaciones bien diseñados, basados en consideraciones de equidad, eficiencia y administración”. Sin embargo, “los impuestos a la herencia tienden a tener efectos más limitados sobre los ahorros que otros que gravan a los contribuyentes ricos, y confirma sus efectos positivos sobre la oferta laboral de los herederos y los donantes”.