La derrota por nocaut de Miguel Berchelt ante Óscar Valdez abrió un espacio de incertidumbre sobre los estragos del Covid en deportistas. El que fue campeón mundial superpluma del CMB subió el 20 de febrero al cuadrilátero en una versión irreconocible, con cierta torpeza al caminar y notoria lentitud en sus respuestas. Algo no era normal. Fue demolido por su rival.
Unos meses antes, Berchelt padeció Covid. La recuperación fue lenta y difícil, pero la oportunidad de pelear ante Valdez en Las Vegas, después de algunas cancelaciones, lo obligaron a correr el riesgo.
“Mi médico de cabecera me dijo que no entendía cómo me habían dejado pelear”, cuenta Miguel Berchelt; “nadie quiere restar mérito a Valdez, pero es evidente que me sentía muy raro. Como que tardaba unos segundos para reaccionar. Es algo muy extraño”.
Berchelt lo recuerda de este modo: la mente y su hábito boxeador le ordenaban cierta reacción. Pero le resultaba angustiante la tardanza con la que ejecutaba la respuesta, era como si la mente y el cuerpo estuvieran desfasados.
“Había mente y corazón en mí”, explica Berchelt, “pero sencillamente el cuerpo no respondía”.
El investigador en neurociencias Jorge Alberto Guzmán indicó hace unos meses que “existe la probabilidad de que los efectos neurológicos o cognitivos relacionados con Covid puedan tener un impacto en el desempeño de los atletas”, sostuvo.
Estudios posteriores a aquella derrota dramática indicaron que tenía daño pulmonar.
“Me expuse a sufrir daño mayor, pero había tanto en juego que tuve que fajarme los pantalones (...) pero pude quedar en el ring.”