Madrid. Científicos del Instituto Salk transformaron hojas de tabaco y maíz en un valioso material industrial llamado carburo de silicio (SiC), aprovechando su dióxido de carbono captado del aire.
Las plantas no tienen paralelo en su capacidad para captar dióxido de carbono, pero este beneficio es temporal, ya que los cultivos sobrantes liberan carbono a la atmósfera, principalmente a través de la descomposición.
Con su trabajo, los investigadores proponen un destino más permanente, e incluso útil, lo que ofrece una estrategia para convertir un gas de efecto invernadero atmosférico en un material económico e industrialmente valioso.
En un nuevo estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista RSC Advances, científicos del Instituto Salk transformaron las hojas de tabaco y maíz en SiC y cuantificaron el proceso con más detalle que nunca.
Estos hallazgos son cruciales para ayudar a los investigadores, como los miembros de la Iniciativa de Aprovechamiento de Plantas de Salk, a evaluar y cuantificar las estrategias de secuestro de carbono para mitigar potencialmente el cambio climático a medida que los niveles de dióxido de carbono continúan aumentando a niveles sin precedente.
“El estudio ofrece una contabilidad muy cuidadosa de cómo se produce esta sustancia y cuántos átomos de carbono extrajo de la atmósfera. Con ese número, puede comenzar a extrapolar qué papel podrían desempeñar las plantas en la mitigación de los gases de efecto invernadero mientras convierten un subproducto industrial, el dióxido de carbono, en materiales valiosos mediante el uso de sistemas naturales, como la fotosíntesis”, señala en un comunicado Joseph Noel, coautor correspondiente y profesor de Salk.
Carborundo
El SiC, también conocido como carborundo, es un material ultraduro utilizado en cerámica, papel de lija, semiconductores y LED. El equipo de Salk utilizó un método informado anteriormente para transformar material vegetal en ese material en tres etapas contando los carbonos en cada paso: primero, cultivaron tabaco, elegido para su corta temporada de crecimiento, a partir de semillas.
Luego congelaron y molieron las plantas cosechadas en polvo y las trataron con varios productos químicos, incluido un compuesto que contiene silicio. En la tercera y última etapa, las plantas en polvo fueron petrificadas (convertidas en una sustancia pedregosa) para producir SiC, un proceso que implica calentar el material hasta 1,600 grados Celsius.
“Lo gratificante fue que demostramos cuánto carbono se puede obtener de productos de desecho agrícolas, como las hojas de maíz, mientras producimos un material verde valioso que normalmente se elabora a partir de combustibles fósiles”, explicó Suzanne Thomas, una de las principales autoras del trabajo y experta de Salk.