Los jóvenes necesitan irse de casa poco a poco, dejar a sus padres y emprender su propio camino, pero la pandemia de Covid-19 los detuvo. Lo peor es que a más de un año de la suspensión de clases presenciales, “les tenemos que seguir pidiendo que esperen, pues el riesgo continúa”, así como las alteraciones por ansiedad y depresión, advirtió la sicoanalista Lourdes Quiroga Etienne.
Aunque la vacuna ha traído esperanza y un mejor humor en quienes ya la recibieron, está por verse cuántas personas lograrán superar los trastornos mentales. “Todos tenemos ansiedad. Es útil cuando vas a hacer un examen, te hace estudiar, pero si continúa al grado de paralizarte” se convierte en un problema.
Con el coronavirus predomina la ansiedad por la incertidumbre. “No saber qué pasará si me enfermo, qué me va a pasar”. Conforme hay más información acerca de las medidas de prevención e higiene y, en especial, si por su edad les toca vacunarse, el trastorno debe disminuir. Quienes no lo logran es porque desde antes tenían un problema sin atender, comentó la especialista.
En entrevista, señaló que en la organización Sique y Cultura, a la que pertenece, los terapeutas se organizaron en turnos para atender las llamadas telefónicas de las personas que durante el último año han enfrentado ansiedad y depresión, los trastornos más frecuentes pero con diversas manifestaciones por edad, sexo y condición económica.
La vía telefónica fue la alternativa que los sicólogos encontraron para continuar con sus labores, ya que suspendieron las consultas personales por el riesgo de contagio del virus. De esa manera, apreciaron un aumento de las alteraciones emocionales de las mujeres que son mamás, esposas y trabajadoras. También en los hombres: habituados a estar fuera de casa, se tornaron “enojados” y violentos.
Respecto a los niños y jóvenes, la especialista comentó que tomar las clases en la computadora tal vez les sirva para no atrasarse en la escuela, pero definitivamente necesitan salir a la calle, conocer el mundo y tener contacto con sus amigos. Las reuniones virtuales no compensan al cuerpo. “Ha sido el gran ausente, algo muy doloroso”, sostuvo.
Quiroga también advirtió sobre los potenciales riesgos que enfrentará la población al momento en que pueda retornar a las actividades laborales y escolares cotidianas. Recordó lo que ocurrió al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando los judíos recuperaron su libertad. Se documentaron casos de personas atropelladas o que murieron a causa de una indigestión, indicó.
Los jóvenes, en particular, además de gozar de la libertad que da la calle, también deberán tener presente que si por estar en sus casas durante un año sus familias han logrado evitar al coronavirus, “sería una tontería” enfermar ahora y poner en riesgo a sus padres, especialmente si todavía no tienen la vacuna contra el Covid-19.