Fatiga crónica, dificultad para respirar ante el menor esfuerzo, palpitaciones, caída del cabello, alteración persistente del olfato o del gusto, ansiedad, insomnio, pérdida de la memoria… son algunas de las numerosas y perjudiciales molestias del denominado síndrome pos-covid.
Sin que exista una relación directa entre la severidad del cuadro inicial por el contagio y la presencia de estos trastornos sostenidos, sí es posible, en cambio, identificar ciertos elementos que los propician: baja inmunidad debida a las condiciones de la vida moderna (estrés, malnutrición, sedentarismo, descanso insuficiente, escasa exposición al sol); inflamación sistémica por enfermedades crónico-degenerativas, como obesidad, diabetes e hipertensión, así como el consumo excesivo de fármacos que desgastan al organismo y dañan repetidamente su capacidad de responder y defenderse de los múltiples agentes potencialmente nocivos a los que estamos expuestos día a día.
Y en este punto es donde radica una de las principales diferencias entre las terapias: el remedio homeopático –cuando se prescribe de manera individualizada, caso por caso— actúa como un estímulo preciso y profundo para que el organismo relance las reacciones de auto-curación que, adquiridas a través de milenios de evolución, permiten recuperar la homeostasis o equilibrio que lleva a la salud. Por ello, desde mediados de 2020 varios pacientes con malestares persistentes causados por el coronavirus han alcanzado la curación tras unas cuantas sesiones de tratamiento homeopático, sin el peligro de sufrir los efectos adversos que provoca casi cualquier medicamento convencional.
No por nada el gobierno actual, desde el comienzo de su gestión, ha promovido el uso de la medicina homeopática, de la que Gandhi afirmaba que, por su efectividad y nobleza, es la más adecuada al ser humano. Pues en estos tiempos, a pesar de los impactantes avances científicos y tecnológicos logrados, la salud en general se encuentra bajo un gran riesgo: microbios “súper-resistentes” sobrepasan el poder de los antibióticos más potentes, y enfermedades que se consideran incurables (metabólicas, autoinmunes, cáncer), merman durante muchos años la calidad de vida de quienes las padecen.
Con la pandemia resurgieron estos y otros fantasmas de enfermedad y de muerte, pero también se renovó en muchos homeópatas el deseo de ofrecer una vez más el conocimiento que antes ha salvado miles de vidas en epidemias y pandemias históricas. Es en los momentos de definición cuando ocurren transformaciones radicales, como a las que apunta la homeopatía. Sólo hace falta tomar la decisión de cambiar el destino de nuestra salud.