Ciudad de México. El cabaret Barba Azul es uno de los sitios emblemáticos de la vida nocturna de la Ciudad de México. Desde que se inauguró, a mediados del siglo XX, por el lugar han pasado miles de personas que les gusta tomar una copa y bailar, distraerse y olvidar por un rato sus obligaciones.
Ubicado en la colonia Obrera, es un digno superviviente de su especie: esos simbólicos bares que caracterizaron la noche de la capital del país, desde la época del cine de oro hasta la fecha, como El Balalaika, El Molino Rojo y El King Kong, entre otros, por donde lo mismo pasaron rumberas, que grupos de son y de salsa, actores y cantantes.
Uno de los personajes más entrañables del Barba Azul es doña Olga, conocida como La Mami. Es la encargada de cuidar el baño donde las chicas del lugar se suelen cambiar.
Para honrar su trabajo, a las mujeres que laboran ahí y al Barba Azul, la documentalista española Laura Herrero realizó la cinta homónima, La Mami, que se estrenará el jueves en 14 salas del país.
Herrero explicó que el proyecto cinematográfico comenzó en 2015, cuando una noche acudió al cabaret, conoció a Olga y le llamó la atención la relación que ésta tenía con las chicas que trabajan en el sitio.
Para hacer la cinta hubo algo esencial que entender: las muchachas del cabaret cargan con un estigma muy fuerte. Hay una moral en la sociedad que las critica y señala, por lo que les fue muy difícil ponerse delante de una cámara, señaló en conferencia de prensa.
“Era importante ir poco a poco, entendiéndolas, ganándose su confianza, haciendo un documental cercano y transparente, donde no se les juzgara ni estigmatizara, sino se les mostrara tal como son: sin prejuicios y sin folclor”, destacó.
Para lograr hacer esto, la también directora de El remolino (2016), explicó que fue muy importante acercarse a La Mami, y a través de ella y de las visitas al baño del cabaret, entender a las muchachas.
“Es importante comprender que las ficheras y las trabajadoras sexuales están estigmatizadas. Nosotras no queríamos destacar cómo la sociedad las juzga, sino mostrar cómo son en realidad; saber cuáles son sus anhelos. Hay algo que pasa en ese baño que es muy poderoso: la energía que La Mami genera con las chicas y la que ellas tienen entre sí antes de bajar a la pista de baile”, precisó.
“Por ello, enseguida me di cuenta de que hacer el documental iba a ser muy difícil. Llegaba al lugar y me quedaba en el baño, casi no bajaba a la pista de baile. Platicaba con La Mami y con las muchachas, mientras éstas se maquillaban. Poco a poco creamos vínculos, que posteriormente pudimos retratar en el documental”, contó Herrero.
Un ejemplo de lo anterior, es el personaje de Priscila, quien llega al Barba Azul a pedir trabajo porque tiene un hijo con cáncer y encuentra con La Mami y las muchachas una forma de contención, y en el cabaret, una manera de financiar el tratamiento de su pequeño.
Olga, La Mami, afirmó que la película es muy importante porque las mujeres que trabajan de noche siempre han sido mal vistas y maltratadas: “Dicen que es el trabajo más fácil, pero la gente nunca ha visto o se ha puesto a pensar en que las personas trabajan en ese ambiente porque tienen la necesidad de sacar adelante a su familia”.
Para la protagonista de la película –que se integró al lugar en 2009 como corista del grupo Yumori–, el trabajo de noche no es el más fácil. Las mujeres deben pasar muchas cosas para ganar el dinero que ayude a su familia. “Están expuestas a muchos momentos de violencia, y deben aguantar a todo tipo de personas, desde las más finas hasta las más groseras”.
Doña Olga aseguró que siempre ha tratado de ver a las trabajadoras del Barba Azul como hijas. Ha intentado ayudarlas, protegerlas y aconsejarlas: “Si bien no puedo hacerlo económicamente, sí lo hago moralmente, para que sus problemas personales sean menores”.
La productora, Laura Imperiale, sostuvo que el documental fue un trabajo que les llevó varios años. Fue una experiencia enriquecedora e interesante. El resultado está a la vista. Se grabó en diferentes etapas. Supuso retos importantes tanto en materia de espacio como de sonido, pues el baño del Barba Azul es muy pequeño y hay mucho ruido en el lugar. “Lo que nos planteamos es retratar un mundo poco conocido para la mayoría de nosotros y que está estigmatizado”, concluyó.