La Habana., “El son es lo más sublime/ para el alma divertir/, se debiera de morir/ quien por bueno no lo estime”, dice la letra de una añeja canción cubana que repica hoy vigente y sabrosona en la radio, con la misma frescura con que fue compuesta hace 92 años. Es un son, genuina música de la isla.
Después de años de duro batallar, al fin el son cubano tiene su día, el 8 de mayo, en que se rindió homenaje merecido a este nutriente básico del resto de los géneros musicales de la isla, y esencia de la cultura nacional.
Este ritmo músico-danzario es cubano por derecho, aun cuando defensores del este y del oeste se disputen su paternidad. Sea en Santiago de Cuba (este), o en La Habana (oeste), el son tiene fuertes e indiscutibles raíces que desde fines del siglo XIX han integrado el tejido espiritual de los cubanos.
De ahí que el día escogido para recordarlo cada año sea en sí mismo un enlace de un extremo a otro de la isla, tomando en cuenta el aniversario de nacimiento de dos pilares de este ritmo: el santiaguero Miguel Matamoros (1894-1971), y el pinareño Miguelito Cuní (1917-1984), ambos nacidos el 8 de mayo.
A la cadencia del son no se resisten blancos, negros, mulatos ni gente de origen asiático. Ricos o pobres, hombres, mujeres, niños y ancianos mueven sus anatomías al repicar de las maracas y el contagio de las cuerdas del tres.
Nadie queda tranquilo cuando escucha eso que dice: “Suavecito, suavecito/ suavecito es como me gusta a mí”, un regalo musical compuesto en 1929 por Ignacio Piñeiro (1888-1969), uno de los grandes soneros cubanos.
Desde 2012, el son fue declarado patrimonio cultural de la nación, una motivación para devolverle su protagonismo en los escenarios cubanos, a partir de los nuevos formatos musicales y las tendencias más frescas en el gusto popular. La festividad forma parte de una campaña que busca que sea declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), adelantó hace unos días a los medios la presidenta del Instituto Cubano de la Música, Indira Fajardo.
Un concierto en televisión fue el colofón de actos, presentaciones y conciertos en torno al género musical, los cuales fueron virtuales para guardar las restricciones ante la pandemia del nuevo coronavirus.
El padre de todos los ritmos
“Al ser el son el padre de todos los ritmos de la música bailable, pues creo que por derecho propio debe ser patrimonio inmaterial de la humanidad”, señaló a Xinhua el sonero Adalberto Álvarez, quien ha sido el abanderado de la campaña.
El pianista y compositor, líder de la orquesta que lleva su nombre, destacó que los más importantes grupos de Cuba, además de ofrecer conciertos en línea, han grabado discos con nuevos temas.
En el transcurso de la semana se presentaron los discos Juramento, del Trío Matamoros, y La Retroguaracha de Ñico Saquito, homenaje al aniversario 120 del natalicio de ese sonero cubano.
Tanto el Trío Matamoros, fundado por Miguel Matamoros, como Ñico Saquito (1901-1982), son considerados piezas fundacionales del son en Cuba.
El viceministro de Cultura, Fernando León Jacomino, aseguró a Sputnik: “El son no es sólo un ritmo musical entre los cubanos, está en el carácter, en la gestualidad, en la teatralidad de la danza, en las relaciones interpersonales, hasta en la manera en que se juega beisbol”.