Antes del conflicto armado en Chiapas, el tema de la paz estuvo ligado a las luchas emancipatorias de los pueblos de América Latina. El abrevadero de experiencias emergió en el espacio eclesial, donde varios obispos progresistas no sólo denunciaron las causas estructurales de la pobreza, sino que, con voz profética como lo hizo San Romero de América, quien ordenó a la junta militar que cesara la represión. En México don Sergio Méndez Arceo y el Tatik Samuel Ruiz sobresalieron por su solidaridad con las luchas de Centroamérica, y su defensa por los derechos del pobre. Su vocación ecuménica y pacifista trascendió fronteras. Por su fidelidad a la opción preferencial por los pobres, fueron catalogados como los obispos rojos por la clase gobernante.
Ante la declaración de guerra del EZLN y el inicio de las hostilidades por parte del Ejército mexicano en la primera madrugada del 94, amplios sectores de la sociedad mexicana y de la comunidad internacional se movilizaron para contener la embestida guerrerista del gobierno de Salinas, y exigir el cese al fuego. Chiapas se transformó en el epicentro de la rebeldía y las comunidades zapatistas en los principales actores del conflicto armado. El trabajo de la iglesia de San Cristóbal de las Casas, presidida por don Samuel Ruiz desde 1959, inició un proceso de inculturación que propició una revangelización.
La identificación del Tatik Samuel con los pueblos indígenas de Chiapas, fue vilipendiada por las élites gubernamentales que lo señalaban como instigador del alzamiento armado. No obstante, la aceptación del EZLN para que el Tatik Samuel coordinara los trabajos de mediación con el gobierno federal fue determinante para que Carlos Salinas reconociera la autoridad moral del obispo y aceptara su intervención.
La designación de Manuel Camacho Solís como comisionado del gobierno para la paz en Chiapas allanó el camino para que el 12 de enero se concretara un alto al fuego, con el respaldo masivo de un movimiento ciudadano que contuvo el ímpetu bélico de sectores recalcitrantes de empresarios y finqueros, así como de políticos de viejo cuño y del Ejército. Se conformó la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), como fue bautizada por el EZLN y que condujo los diálogos con el gobierno federal, en medio de una vorágine donde los actores gubernamentales buscaban golpetear el trabajo pulcro del Tatik Samuel.
La Conai se transformó en un referente internacional que dio confianza a los gobiernos de otros países para inaugurar un modelo de mediación donde los pueblos indígenas asumían un rol determinante en las negociaciones con el gobierno federal. Al consolidarse como instancia autónoma de los gobiernos, con un mandato preciso y con una legitimidad ganada a pulso en amplios sectores de la sociedad local y externa, fue ineludible crear una figura con personalidad jurídica para que el trabajo de mediación no se entorpeciera, ni absorbiera sus tiempos con la organización interna y el manejo transparente de los recursos financieros. Fue el 6 de mayo de 1996 cuando don Samuel, con Gonzalo Ituarte y Miguel Álvarez crearon la asociación civil Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) que se convirtió en un espacio privilegiado para el diálogo, en los años más tortuosos en Chiapas.
Serapaz se transformó en un discreto instrumento al servicio de la Conai para facilitar la operación de sus actividades y sus vínculos con organizaciones y fundaciones solidarias. Ante la etapa crítica que se profundizó con la persecución del Ejército a la dirigencia zapatista y con el doble discurso del gobierno federal de golpetear las iniciativas del EZLN, don Samuel valoró que no existían las condiciones idóneas para la mediación y el 7 de junio de 1998, la Conai concluyó su instancia mediadora.
El espacio civil que abrió Serapaz en el acompañamiento a la Conai permitió mantener la interlocución con las comunidades indígenas de Chiapas. Su identidad como actor de paz y promotor del legado del obispo Samuel amplió los horizontes. Fue una experiencia desafiante y apasionante el apoyo brindado al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco y los aprendizajes fueron múltiples y siguen inspirando y animando otras luchas.
El movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, que puso en jaque al gobierno de Ulises Ruiz y que fue reprimido cruentamente por la policía federal, encontró en Serapaz una instancia civil que, en medio de la confrontación y la crispación social, abrió un cauce para la interlocución con la Secretaría de Gobernación. Fue una prueba de fuego contener el uso de la fuerza letal para desmantelar el movimiento.
Las ejecuciones arbitrarias en la Autopista del Sol de Jorge Alexis Herrera y Gabriel Echeverría, estudiantes de Ayot-zinapa, en diciembre de 2011, a manos de policías federales y estatales, fue el antecedente de la noche fúnebre del 26 de septiembre de 2014, estando como gobernador de Guerrero Ángel Aguirre. Ante la ruptura del diálogo de los normalistas con el Ejecutivo estatal, como organizaciones civiles del estado, valoramos la importancia de crear una instancia mediadora que estableciera comunicación con el gobierno estatal. Serapaz conformó una comisión civil de interlocución que retomó la agenda de los estudiantes, para garantizar el funcionamiento de las actividades académicas de la normal. Los casos de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, integrantes del Ejército Popular Revolucionario, víctimas de desaparición forzada en Oaxaca, mostraron la confianza depositada en Serapaz como instancia mediadora que fortalece a los movimientos sociales para defender sus derechos. Las víctimas de la represión en Nochixtlán, la lucha del Cecop contra la hidroeléctrica La Parota y el acompañamiento a los padres de los 43 en Ayotzinapa, Serapaz a sus 25 años, honra la memoria del Tatik Samuel, quien siempre soñó en construir la paz con justicia y dignidad.