Mientras muchos países que carecen aún de vacuna propia contra el Covid-19, México por ejemplo, ante la gran demanda se ven obligados a distribuir los inyectables adquiridos con limitaciones por profesión, edad y hasta por letra inicial del apellido de las personas de un sitio determinado, en Rusia cualquier individuo que lo desee puede hacerlo desde el pasado 16 de enero, cuando el titular del Kremlin, Vladimir Putin, anunció el inicio de la campaña de vacunación masiva.
No deja de ser una gran paradoja que, teniendo cuatro biológicos con registro como solución de emergencia, el ritmo de la inoculación aquí alcanzó esta semana, en promedio diario, apenas poco más de 234 mil personas, sumando las que recibieron la primera dosis y las que, con el segundo inyectable, obtuvieron el esquema completo. El porcentaje de población inmunizada en Rusia (8.85 por ciento) es incluso inferior al de México (10.70 por ciento).
Ante la lentitud de la campaña de vacunación, el Kremlin decretó, para contener la pandemia, un megapuente de 10 días feriados desde el Día del Trabajo hasta el Día de la Victoria, sin faltar este año entre ambas conmemoraciones la Pascua ortodoxa. De mantenerse el promedio diario de esta semana, según estiman expertos, Rusia necesitaría 857 días para tener la inmunidad de grupo con 70 por ciento de la población vacunada.
Esto es así por varias razones, pero dos son las principales. Una de ellas es la ancestral desconfianza del ruso hacia cualquier tipo de vacuna, por lo que se ha llegado al extremo de ofrecer a los adultos mayores en Moscú, si se vacunan, un bono en rublos del equivalente de 271 pesos para gastar en tiendas o, en Jabarovsk, 10 huevos gratis a personas de 60 años y más que se hayan inoculado en la víspera de la Pascua.
La otra es que el Fondo Ruso de Inversión Directa, encargado de comercializar fuera de Rusia los biológicos Sputnik V y Sputnik Light del Centro Gamaleya, con registro en ya más de 60 países, no se da abasto para cumplir los compromisos internacionales adquiridos con los compradores, situación que debe cambiar, en el caso de México, cuando Birmex empiece a envasar los inyectables y, en general, cuando las líneas de producción estén funcionando a tope en los laboratorios contratados por Rusia en China, India y Turquía, entre otros.