Contra viento y mareos (y pandemias), la música no para. Nunca paró. Digamos que se había refugiado en las casas y en las espirales del ciberespacio, pero ahí ha estado siempre, envolviéndonos en las interminables formas del ser. En la ya extensa gira virtual de la Enciclopedia fonográfica del jazz en México estamos viendo cómo los músicos vuelven a abordar parcialmente los foros en todo el país, y cuando no se puede, la calle sigue siendo un buen espacio para el jazz.
Más testimonios
Israel Moreno (vibráfono, Tuxtla Gutiérrez). “Antes de la pandemia había ya varios lugares donde se tocaba jazz, aunque La Segunda Jazz es el único sitio exclusivo en Tuxtla; es un lugar muy activo. En la escena local hay muchos músicos jóvenes, egresados o estudiantes de la facultad, del programa de jazz, además de los maestros, que también tocan con sus proyectos nacionales y extranjeros, como Klaas Balijon (batería, Holanda), David Smith (sax, Estados Unidos), Santeri Sulkunen (guitarra, Finlandia), Giuseppe Vitale (bajo, Italia). Con la pandemia cerraron todos los lugares, pero La Segunda Jazz reabrió en noviembre y en el restaurante La Macarena también hay mucho jazz. Las cosas van bien. Se están sentando buenas bases en la facultad. Raúl Perales es un joven bajista que ha motivado mucho a sus compañeros, es un líder nato. Está también Eray Farrera, que quedó en segundo lugar del Concurso Nacional de Jazz”.
Iván Almanza (guitarra, Chihuahua). “Hubo un tiempo, por ahí de 2015, cuando usted estuvo por acá, que el auge estaba bien grande, teníamos un festival de jazz muy bueno. Y de repente todo eso desapareció, no sé por qué se canceló esta actividad. Poco después empezó a cobrar fuerza nuevamente, se hizo el primer Festival de Jazz de Parral. Iba a venir Olson Joseph, el maestro de trompeta de Jazzuv, para dar varios conciertos, pero llega la pandemia y apagó todo, totalmente. Ahora, en mayo, las cosas siguen mal; estamos en semáforo naranja que debería ser rojo; se volvieron a prohibir las fiestas, las tocadas en vivo, se volvieron a cerrar lugares. Económicamente, le ha ido mal a los jazzistas; pero culturalmente ha habido bastantes actividades; los gobiernos municipales y el estatal han apoyado con varios proyectos artísticos, como el Tollan Jazz Project, que mezcla músicas de diferentes partes del país con el género. Yo acabo de ganar la Beca Fomac con un proyecto de composición de Arte Sonoro y Jazz”.
David Barrera (contrabajo, San Juan del Río). “En realidad, aquí no hay una escena de jazz como tal, porque no hay suficientes músicos de jazz; es un municipio más pequeño que la capital de Querétaro. Se empiezan a hacer algunas cosas, gracias a la llegada de la Universidad (Autónoma de Querétaro), que abrió aquí la licenciatura en música popular contemporánea, y que ha hecho ya dos festivales de jazz de manera formal, aunque el segundo fue virtual, por la pandemia. Yo tuve que ir a estudiar jazz a Xalapa, y ahora estoy por abrir formalmente un pequeño foro para tocar, pero desde 2016 hemos organizado informalmente actividades de jazz y de tango”.
Alejandro Mora (bajo, Campeche). “Espero que el Jazzfest Campeche pueda tener continuidad porque llegó a ser muy importante, con músicos nacionales e internacionales de muy buena calidad. Ya teníamos 20 años con él, y a partir de la pandemia dejó de hacerse. A nivel local hay músicos jóvenes que gustan mucho de la fusión. Cada vez ha habido un poco más afición por el jazz, pero siento que les está haciendo falta formación, estudiar más. También hay nuevos músicos con gran talento, como Víctor Rodríguez, Xamán acaba de sacar uno nuevo, mi hermano Emmanuel ya tiene varios, yo ya grabé dos. Antes de la pandemia se tocaba jazz en el café Sotavento y en un lugar que se llama Homero, pero ahora no están contratando músicos”.
Pepe Arzola (guitarra, Durango). “Antes de la pandemia teníamos nuestro lugar de jam sessions, el Centro Revueltas, pero ya no abre. Teníamos festivales del estado y del municipio; en los actos sociales consumían algo de jazz como música de coctel y de repente teníamos presentaciones privadas, y ahí seguimos las mismas agrupaciones. Antonio Gallardo es un chico guitarrista que toca gypsy jazz en las principales calles de la ciudad, y de repente nos congrega a varios ahí a echar jam y las monedas que se recolectan se reparten entre todos. Se pone interesante la dinámica en la calle. Están también los grupos del guitarrista Ludwig Landazuri y del bajista Pedro González, que tocan seguido en algunos restaurantes que siguen abiertos. Y yo con el Quartetrío que ya conoces”.