Se aproximan los comicios intermedios y cotidianamente crecen la bola de lodo, las campañas negras y otras bellezas en lo que debería ser una contienda transparente y una fiesta ciudadana y, por ello, en la mañanera de ayer, el presidente Andrés López Obrador no se detuvo a la hora de evaluar al Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE): “Es de los más costosos en el mundo, pero, lo estamos viendo, de lo más ineficiente y muy parcial, que eso es lo peor”.
La “paradoja”, subrayó el mandatario, “es que el INE, en vez de garantizar la democracia, ha sido creado y funciona en los hechos para impedir la democracia, eso es lo que estamos viendo, porque esto no lo ve el INE, se hacen de la vista gorda”, en referencia a la entrega de despensas, de dinero y las amenazas. “Todos tenemos que ayudar porque las próximas elecciones tienen que ser las más limpias, libres, en la historia de México; cuidar eso y no estar pensando que la democracia la van a garantizar el INE, el Trife o el Reforma, pues han sido siempre los más tenaces violadores de la ley y los más opositores a la democracia”.
¿Exagera López Obrador? Por el lado de la imparcialidad, sobran ejemplos: el Pemexgate, el “haiga sido como haiga sido”, la descarada intromisión de la cúpula empresarial en los procesos electorales, el chiquero de las tarjetas Monex, la compra de votos, el financiamiento ilegal de campañas políticas y tantas otras rapacerías que el costosísimo aparato del IFE-INE “nunca vio”, y mucho menos sancionó. Y ahora su hobby es fulminar a todo candidato “inconveniente” y proteger a los que son “benéficos” para sus fines, sin olvidar que el supuesto “árbitro” de la contienda electoral y su cuadrilla descaradamente visten, sudan y presumen los tenebrosos logotipos de la “alianza” al servicio del antidemocrático y pernicioso junior de caireles canosos, hijo de un salinista de hueso colorado, Claudio X. González.
Por lo que toca al cada día más oneroso mantenimiento de dicho aparato, vale recordar que, de acuerdo con información de la Cámara de Diputados, tan sólo en el periodo 2000-2018 salieron del erario nacional 213 mil millones de pesos para financiar al IFE-INE, con un incremento cercano a 200 por ciento entre el primer y el segundo año que se cita, contra una inflación de 115 por ciento en ese lapso.
A ello deben sumarse las gruesas rebanadas para el Trife y la Fepade (33 mil 821 y casi 2 mil 100 millones, respectivamente), lo que eleva el gasto público para el fin descrito a casi 320 mil millones de pesos entre todos, incluidos los partidos políticos.
En 2000, para las elecciones presidenciales (que lamentablemente llevaron a Vicente Fox y su pandilla a Los Pinos) el presupuesto asignado al entonces IFE sumó alrededor de 8 mil 300 millones de pesos; poco más de dos décadas después, y para un proceso de comicios intermedios (siempre menos costosos que los presidenciales) el INE se embolsó alrededor de 20 mil millones. Y quería más, porque no tiene llenadera.
De pasada, el presidente López Obrador declaró que “habíamos quedado en ver cuánto costaba votar en el extranjero, cuánto tenía de presupuesto el INE”, y divulgó la información: el presupuesto 2021 (obviamente del INE) para tal fin resultó ser de 111 millones de pesos, y alguien sacó la calculadora: “a ver, hagan ahí la división para ver cuánto cuesta cada voto” y la respuesta fue alarmante: 3 mil 434 pesos por sufragio, “si votaran todos los mexicanos en el extranjero”.
En fin, como se ha comentado en este espacio, el presupuesto del aparato electoral ha crecido de forma inversamente proporcional a los resultados de la “democracia” que la burocracia del IFE-INE defiende. La ciudadanía, que paga para que los consejeros vivan de maravilla, a cambio sólo ha recibido procesos electorales cada vez más sucios y cuestionados, pero legitimados por una presunta autoridad cada vez más acoplada a los intereses de los poderes fácticos.
Las rebanadas del pastel
Vladimir Putin se adelanta a cualquier “posibilidad” –hasta ahora sólo en el discurso– de que otros “apoyen levantar la protección de patentes” de las vacunas, y va al grano: “Rusia es el único país del mundo que está dispuesto a compartir con otras naciones la tecnología de producción de nuWestras vacunas; tenemos que pensar no en cómo obtener máximas ganancias, sino en cómo garantizar la seguridad de las personas”.