La capacidad para crear empleo de calidad en México se ha visto rebasada por el millón de personas que cada año se incorpora al mercado laboral. Si bien en 16 años hay un saldo de 6 millones 507 mil empleos formales más –entre el promovido por la iniciativa privada y la fuerza de trabajo que absorben los gobiernos– casi a la par hay 5 millones 656 mil ocupados más en la informalidad, de acuerdo con los estimados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Esta paridad entre la formación de empleo formal e informal prevalece pese a que la pandemia de Covid-19 expulsó a millones de trabajadores, sobre todo informales. Si bien en marzo de 2021 se registró una tasa de informalidad de alrededor de 56.8 por ciento, menor al 59.8 por ciento del mismo mes de 2005, se ha disparado en más de 100 por ciento el número de empleos que perciben menos de dos salarios mínimos.
Los estimados del Inegi muestran que en suma, a lo largo de 16 años que se ha levantado la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo –y sus formatos emergentes dada la contingencia sanitaria iniciada en 2020–, hay 12 millones 163 mil ocupados más en el país, sin embargo, en el rango que gana como máximo el salario mínimo se han sumando 7 millones 957 mil trabajadores y 9 millones 758 mil en el rango de uno a dos salarios mínimos. Es decir, que el número de ocupados con los ingresos más bajos ha crecido 45.65 más que todos los nuevos ocupados en el país.
Si bien hay de por medio una pandemia que frenó la economía mundial, la tasa de condiciones críticas de ocupación en el país –un indicador que exhibe salarios mínimos frente a jornadas de trabajo que rebasan las 48 horas o bien espacios que no son suficientes para la demanda de ocupación– prácticamente se duplicó en ese tiempo, al pasar de 14.51 por ciento en marzo de 2005 a 27.06 por ciento en el periodo comparable de 2021, más de una cuarta parte de quienes se sostienen en algún espacio de trabajo.
Esta espiral de precariedad en que circulan los trabajadores mexicanos se debe al bajo crecimiento económico, a la “raquítica inversión en infraestructura” que ha prevalecido como medida común en el modelo económico neoliberal, al “rentismo empresarial” bajo el que la iniciativa privada se ha dedicado a “gozar de una fuerza laboral barata” y a la manera que se integró la maquila mexicana a los acuerdos comerciales con Estados Unidos y que “no ha producido los empleos que se pensaban”, explicó Saúl Escobar Toledo, investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La informalidad y los bajos salarios se han vuelto una condición histórica en el mercado laboral mexicano, explicó aparte César Salazar López, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Una tendencia que prácticamente no se ha movido, al grado de que los empleos formales siguen siendo alrededor de una tercera parte de todo el trabajo en el país. Cambios significativos no se encuentran en los últimos 40 años, antes de la crisis de los 80, detalló.
Actualmente, el mercado laboral se compone por cerca de 43 por ciento de los trabajadores en alguna ocupación formal, 37 por ciento contratado por la iniciativa privada y dado de alta ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y otro 6 por ciento entre trabajadores del Estado. El resto lo conserva la informalidad.
Ante la incapacidad de la estructura mexicana para dar cabida a cerca de un millón de trabajadores que se integran a la población económicamente activa (PEA) cada año, en parte por el bajo crecimiento económico, gran parte de la fuerza de trabajo joven migra. “Muchos lo han escrito, el bono demográfico mexicano lo aprovechó Estados Unidos”, agregó el investigador de la UNAM.
Ambos economistas explican que además de los trasfondos estructurales vinculados al bajo crecimiento económico y la poca inversión, no ha habido una política laboral de raíz que busque resolver los rezagos. “Ha cambiado un poco esta situación con Jóvenes Construyendo el Futuro”, consideró Escobar Toledo. Sin embargo, las condiciones económicas que impuso la pandemia de Covid-19 no permitirán observar bien el impacto del programa.
También hubo un abandono de la política salarial, explicó Salazar López. Hasta los últimos dos o tres años no se tocó este tema, dijo. “Cuando uno hace un análisis del salario medio de cotización en el IMSS, resulta que en 2019 era apenas del mismo tamaño que en 1994. Cada vez que hay una crisis financiera hay un gran impacto en los salarios, tardan mucho en recuperarse. No quiero pensar en cómo vamos a estar después de esta gran crisis que estamos viviendo todavía”.