Después de lo narrado en la entrega del 30 de abril tomado de mi libro Pobreza y necesidades básicas (PNUD, Caracas, 1990) sobre la concepción de Marx de la esencia humana, EH, o ser humano, SH, abordo hoy su manifestación en la historia. György Márkus, GM, ( Marxismo y antropología, Grijalbo, 1973/1985) se pregunta ¿Cómo entender estos rasgos del SH? ¿Corresponden con los rasgos individuales en cualquier época de la historia? Veamos, continúa diciendo mi libro de 1990, cómo se despliega el SH en la historia, pues la tarea antropológico-filosófica (estudio de la esencialidad humana) debe complementarse con la sociológica (investigación de la estructuración socio-histórica del hombre). La pregunta por la EH no puede ser contestada haciendo abstracción de la historia (ya que ello supondría abstraer el rasgo más esencial del hombre), sino por el abstracto de la historia. El portador del SH, dice GM, no es el individuo aislado, sino la sociedad, considerada en la continuidad de su movimiento histórico. Desde el punto de vista del todo social, la historia aparece como un proceso progresivo de universalización y liberación del hombre. “La universalización del género humano no tiene que implicar la producción histórica de individuos cada vez más universales. También se puede realizar en las multiplicadas relaciones y situaciones recíprocas de individuos cada vez más unilaterales, limitados, abstractos. No hay, respecto de los individuos, criterio unitario alguno que permita una caracterización de las épocas históricas sucesivas como superiores”. ¿Cómo sería posible valorar más altamente al hombre de nuestra presente civilización, con sus necesidades (N), sin duda más ricas extensionalmente y sus mayores posibilidades de satisfacción, que a los individuos de épocas que tenían posibilidades mucho más limitadas, pero que (dentro de límites determinados) podían satisfacer su N de trabajo creador en una medida hoy imposible? El abstracto de la historia, la EH, está constituida por “aquellos rasgos esenciales de la historia humana real que permiten entender dicha historia como un proceso unitario dotado de una determinada dirección y una determinada tendencia evolutiva”. Esta tendencia evolutiva es el desarrollo y ampliación, en el género humano, de los cinco rasgos de la EH señalados en la entrega anterior. El criterio de desarrollo histórico es la medida en la cual “se constituyen los presupuestos de un desarrollo irreprimido y rápido de las fuerzas esenciales humanas –capacidades y necesidades– y del despliegue de la individualidad humana libre, multilateral, la medida en la cual se realiza el SH en la existencia humana individual concreta. Sólo así es posible estimar de un modo universalmente válido y al mismo tiempo, ético-axiológico, las varias épocas y manifestaciones de la historia, no sobre la base de un orden axiológico suprahistórico, trascendente, sino de acuerdo con una caracterización objetiva, históricoinmanente –y universalmente válida– de la evolución humana. En este contexto, son valores humanos ese despliegue y esa realización del SH”. Aquí termina ésta, mi primera narración de la antropología filosófica de Marx y GM. Omití en 1990 el análisis de la alienación en la historia que lleva a cabo GM, el cual rescaté en mi tesis doctoral y en mi libro de 2020.
El libro de 1990 continúa con una narración sucinta de la postura de J. P. Terrail sobre la determinación de las N en sociedades específicas, que amplié en mi tesis doctoral, pero no recogí en mi nuevo libro: “Sabemos del texto anterior que, mediante el trabajo, el hombre transforma no sólo la naturaleza, sino que se transforma a sí mismo”, dice mi libro de 1990. Que las N y las capacidades humanas son tan producidas como los productos del trabajo. Que de aquí deriva el carácter histórico de las N. Que las N creadas por el proceso de desarrollo de la capacidad productiva del hombre son 1) la humanización de N biológicas y 2) la creación de N nuevas (curiosidad científica, necesidad estética, etcétera). Hemos adelantado también, como criterio de desarrollo histórico, la medida en la cual se constituyen las condiciones para un desarrollo de las fuerzas esenciales humanas, y la medida en la cual se realiza el SH, la EH, en la existencia individual concreta. El paso siguiente es mirar cómo esta determinación de las N se presenta en una sociedad concreta que J. P. Terrail, resume así (“Producción de necesidades y necesidades de la producción”, en J.P. Terrail, et.al., Necesidades y consumo en la sociedad capitalista actual, Grijalbo, México, 1977):
a) A diferencia del “discurso culto”, en el cual “las N proceden del sujeto (individuo o grupo social)” como fuente original, ellos rechazan “de entrada, la remisión de las N al ser del individuo como el atributo a la sustancia”. b) Tampoco se trata de atribuir a la naturaleza humana los atributos de la historicidad concreta, pues sustituir el sujeto individual por el sujeto colectivo no basta para modificar el fondo: la separación de lo económico y lo social, la separación de la producción y las N. La producción sigue colocada frente a las N como simple instrumento de su satisfacción. c) “Un modo de producción dado determina grandes tipos de individualidad; las formas de existencia individual y de las N evolucionan con las modificaciones de las relaciones de producción. d) Las N que el capital está obligado a tomar en cuenta cuando remunera la fuerza de trabajo, no son las N “en sí” de la fuerza de trabajo, sino las N de su reproducción desde el punto de vista del capital. Pero los trabajadores intentan reproducirse para sí mismos, participar en la riqueza material y cultural creciente, lo cual lleva a un enfrentamiento cotidiano con el capital. e) Las adquisiciones de un periodo de luchas reivindicativas aparecen como la base del desarrollo de nuevas formas de producción, de donde surgirán nuevas N y nuevas condiciones de lucha). f) Aunque el punto de partida es la producción de N, en la medida en la que las N sociales representan la unidad de un momento objetivo y de un momento subjetivo, es preciso entender cómo se interiorizan las N. g) La naturaleza del proceso de producción (condiciones de trabajo) y la naturaleza del proceso de consumo (condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo), son los determinantes fundamentales de las N. h) A medida que las relaciones mercantiles se expanden y hacen retroceder las formas precapitalistas de producción y de consumo, las actividades domésticas (cocina, confección, conservación de la ropa, cuidado de los niños) tienden a escapar del marco familiar. Esta evolución favorece el trabajo femenino, lo que a su vez acelera dicha evolución. Las formas de la vida familiar se modifican en profundidad. “La concentración de la producción supone la urbanización masiva de la población, la disposición, por parte de la fuerza de trabajo, de formas de habitación y de transporte adecuados y la generalización y la prolongación de la instrucción pública”. i) Las N y prácticas de consumo constituyen todo un modo de vida que se modifica constantemente. j) La formulación de las reivindicaciones por parte de las organizaciones de clase no “crea” las N, pero desempeña un papel activo, decisivo, al permitir la toma de conciencia de su contenido objetivo. k) El Estado tiene un papel importante en la definición y el establecimiento de las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo. A partir de la evolución del papel del Estado se desarrollan luchas que tienen como contenido sus políticas sociales.