Roma. El papa Francisco denunció el jueves el nacionalismo “agresivo” que rechaza a los migrantes y dijo que los católicos deben seguir el mandato evangélico de una Iglesia acogedora que no distingue entre “autóctonos y extranjeros, residentes y huéspedes”.
En su mensaje anual a los migrantes y refugiados, el papa dijo que la pandemia ha demostrado cómo el concepto de la familia humana está “fragmentado, herido y desfigurado” y que los más pobres y marginados pagan el precio más elevado.
El “nosotros” universal, dijo, “se derrumba y resquebraja debido a las formas miopes y agresivas de nacionalismo y el individualismo radical”.
Exigió que los católicos en particular actúen “con catolicidad” en un sentido universal y destacó que los migrantes y refugiados enriquecen la fe, la Iglesia y mutuamente.
Francisco ha mostrado solidaridad con los migrantes y refugiados de manera prioritaria durante su pontificado. Su primer viaje como papa fue a la isla siciliana de Lampedusa, centro de la crisis de migrantes europea. Ha visitado campos de refugiados y en una ocasión transportó a una decena de refugiados sirios en el avión papal de regreso a casa.
Sus exhortaciones a los gobiernos de que acojan a los migrantes suelen caer en oídos sordos en Europa y Estados Unidos, sobre todo al crecer los movimientos nacionalistas.
“Se trata de compromiso personal y colectivo, que se hace cargo de todos los hermanos y hermanas que seguirán sufriendo mientras tratamos de lograr un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo”, dijo. “Un compromiso que no hace distinción entre autóctonos y extranjeros, entre residentes y huéspedes, porque se trata de un tesoro común, de cuyo cuidado, así como de cuyos beneficios, nadie debe quedar excluido”.