Hace unos días se efectuó de manera virtual la reunión del Comité Ejecutivo Internacional de IndustriALL Global Union, el organismo sindical más grande del mundo, con más de 50 millones de trabajadores afiliados, provenientes de 140 países. Esta entidad se fundó el 19 de junio de 2012 como resultado de una fusión que unió a la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas, FITIM, y la Federación Internacional de Sindicatos de la Química, la Energía, Minas e Industrias Diversas, ICEM. Es decir, precisamente se integró para englobar a los sectores de la minería, la energía y las manufacturas principalmente.
IndustriALL nació como una asociación para organizar y desarrollar el poder colectivo de los trabajadores en todo el mundo, para promover y defender sus intereses comunes con respecto tanto a las corporaciones como a los Estados. Trabaja para fortalecer el movimiento sindical por medio de la unión de los obreros industriales a escala global, mediante la integración, la lealtad, la solidaridad de la clase trabajadora y la coordinación de la negociación colectiva. La sede central está en las oficinas de Ginebra, Suiza. Tengo el honor de ser el único miembro de México en su comité ejecutivo mundial.
Para alcanzar esos objetivos, este órgano promueve el reconocimiento y la aplicación efectiva de las normas y derechos laborales internacionales. Defiende activamente a sus afiliados miembros frente a las amenazas y los ataques en contra del movimiento sindical, ya sea por parte de los gobiernos y empleadores, o ambos unidos en complicidad. Coordina, además, y facilita las campañas de sindicalización y de contratación colectiva mediante las fronteras y apoya a las organizaciones que están agrupadas en esta gran y enorme institución, brindando asistencia técnica, apoyos y solidaridad con relaciones estratégicas y de colaboración mutua.
El encuentro global que ocurrió la semana pasada es sumamente importante en las circunstancias críticas que estamos viviendo en el mundo entero. Durante más un año, la pandemia del Covid-19 ha trastornado a nuestros países, con consecuencias muy graves para los trabajadores en todos los sectores, regiones y lugares del globo terráqueo. La crisis económica y de empleo derivada y agravada por la debilidad sanitaria, ha generado una desocupación mundial de más de 300 millones de personas. Tan sólo en Estados Unidos, quizá todavía la economía más fuerte, 20 millones de trabajadores han sido desocupados. Por ello, cada vez se hace más necesario defender los derechos laborales, combatir los abusos y exigir el acceso equitativo de las vacunas para todos.
En el panorama actual, muchas empresas y sociedades siguen siendo crueles, racistas, discriminadoras, injustas, antidemocráticas y violentas. Aunque algunos de estos problemas han persistido de manera sistémica, valiéndose de la pobreza y de las necesidades de la gente por encontrar un empleo, esos hechos y actitudes empresariales han provocado un aumento de los crímenes de odio y asesinatos de personas, particularmente de los activistas sociales y de los derechos humanos de los trabajadores.
Incluso hoy en día los jóvenes, las personas adultas, pero particularmente las mujeres, también tienen que luchar, sufrir y morir sólo por defender su integridad, su dignidad y sus derechos inherentes. La lucha por la no discriminación, la igualdad, la no violencia, la justicia y la participación en el liderazgo, en las estructuras y procesos de toma de decisiones es una realidad triste e inquietante que continúa. Es fundamental respetar los derechos de las mujeres y abordar las barreras de sus intereses económicos, sociales, culturales, civiles y políticos para lograr la igualdad de género y su empoderamiento.
Esta lucha no difiere de aquellas que defienden los derechos humanos y de los trabajadores. Sistemas como la subcontratación u outsourcing han proliferado en todo el mundo, con la consecuente pérdida de derechos laborales, aumento de la simulación, la evasión fiscal y la carencia de recursos para atender las necesidades de salud, vivienda digna así como lograr las pensiones y jubilaciones decentes. En México, con la reforma que aprobamos en el Senado de la República para prohibir estas actividades, controlarlas y regularlas, dimos un paso histórico, visionario, y nos pusimos a la vanguardia de la lucha por frenar este modelo de explotación y de corrupción, que tanto daño ha hecho a la economía, a los trabajadores y a la sociedad en su conjunto.
Finalmente, durante la reunión de IndustriALL se reafirmó la solidaridad mundial y el reto que los sindicatos afiliados representamos para responder al poder de las compañías multinacionales y de los gobiernos conservadores, ambos muchas veces aliados y enemigos de la clase trabajadora. También en el Comité Ejecutivo se reafirmaron las estrategias, las soluciones y la solidaridad, así como la lucha para construir un nuevo modelo de globalización y de prosperidad compartida, que permita dar prioridad a la mayoría de la gente en su lucha por un sistema de democracia y justicia social.