Los daños sobre la Casa de las Águilas, principal centro religioso en el sitio arqueológico del Templo Mayor, “son menores, recuperables y restaurables”, informó la Secretaría de Cultural (SC) federal en los primeros peritajes del colapso de la cubierta de metal y acrílico a causa de la fuerte granizada de la tarde del pasado miércoles.
Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), confirmó en entrevista que las estructuras arqueológicas tuvieron algunas lastimaduras menores que deberán ser restauradas en los próximos días, en función de la valoración los especialistas.
Respecto de la cubierta, “definitivamente ya no es factible de ser utilizada”, ni las otras tres que se colocaron hace cuatro décadas como elementos provisionales de protección de estas áreas del antiguo recinto ceremonial. También se debe recuperar la reja perimetral del lado de Donceles. Debido al percance, la zona arqueológica permanecerá cerrada hasta nuevo aviso. Había reabierto un día antes de la tromba, después de permanecer cerrada como medida sanitaria por el Covid-19.
Anticipó que quedará resuelto en las “próximas semanas, meses si es necesario, pero no mucho más, porque es fundamental que la zona arqueológica esté lista al público visitante antes de la conmemoración de la terrible catástrofe que fue la caía de México-Tenochtitlan, en 1521”.
Inmediatamente se iniciaron las tareas de apuntalamiento y retiro. Ayer acudió al lugar personal del INAH, con la aseguradora, por lo que hoy se espera que ya esté resuelto el tema de la conciliación de montos. Al mismo tiempo, se buscó asesoría con una empresa para tener una solución “más ligera, esbelta y segura” de sustitución de la techumbre. Podría ser con base en velarias, por ejemplo, o algún material de policarbonato, según la opinión de expertos, señaló el funcionario, y pidió paciencia a los visitantes.
Por su parte, Leonardo López Luján, director del Proyecto del Templo Mayor, opinó que “milagrosamente se salvaron las pinturas murales sobre aplanados de tierra, las banquetas de basalto con bajorrelieves y los recubrimientos de estuco; es decir, las decoraciones más frágiles”.
Confirmó a este diario que aunque apenas se están haciendo peritajes y dictámenes, la estructura metálica concebida y construida por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez a principios de los años 80 se colapsó, pero sin impactar en las áreas más vulnerables del edificio prehispánico.
Apuntó que hay zonas en las que la caída de un tensor o de otro elemento de la techumbre destruyó la corona de los muros, lo cual es visible en la tierra y las piedras acumuladas en el piso. “Sin embargo, no deja de sorprenderme que sea leve el daño (no lo minimizo), si lo comparamos con lo aparatoso del evento provocado por el peso del granizo”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló en su conferencia mañanera que se llevará a cabo “el trabajo arqueológico necesario” para reparar los daños al patrimonio histórico. El Palacio Nacional, edificio histórico sede de su gobierno, también se anegó con gruesas capaz de granizo.
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto del Templo Mayor, fue parte de los expertos que acudieron desde temprana hora a inspeccionar la zona ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, en la esquina de las calles Justo Sierra y Donceles.
Para revertir afectación, inversión en cultura
Leonardo López Luján, experto en el estudio del sitio, fue de los primeros en alertar sobre las afectaciones en el Templo Mayor, el edificio más importante de la ciudad prehispánica. De inmediato se dirigió al lugar junto con Patricia Ledesma Bouchan, directora del Museo de Sitio, para hacer una primera evaluación de los daños por el derrumbe. Más tarde arribaron Alejandra Frausto, titular de la SC y Diego Prieto.
López Luján publicó por la mañana que para revertir los daños y asegurar la preservación de nuestro patrimonio, “debemos invertir mucho más en ciencia y cultura, dar presupuestos y contratos dignos a quienes laboran todos los días en la conservación, investigación y difusión de este gran legado”.
El arqueólogo, quien se ha dedicado a estudiar este sitio gran parte de su vida, explicó que la importancia de la Casa de las Águilas reside en que se trata de un excepcional edifico religioso mexica, que formaba parte del recinto sagrado de la gran Tenochtitlan, construido en cuatro etapas a lo largo del siglo XV y principios del XVI. Se integra en la declaración de Patrimonio de la Humanidad que hizo la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en 1987, del corazón de la actual Ciudad de México.
Su nombre se debe al hallazgo de dos monumentales figuras de caballeros águila, que el arqueólogo considera uno de los días más memorables de su carrera. Junto con una figura de Mictlantecuhtli, dios mexica de la muerte con rostro descarnado, es de las piezas más sobresalientes encontradas en el antiguo sitio ceremonial de la élite de Tenochtitlan. Ahí comenzaba y terminaba el reinado de los soberanos mexicas, los tlatoanis.
Durante la tarde y noche del miércoles, la ciudad recibió una fuerte lluvia atípica que causó inundaciones y caída de árboles en distintas zonas. En redes sociales, abundó la referencia a Tláloc, deidad mexica de la lluvia. El Zócalo capitalino se cubrió de varios centímetros de granizo. El Templo Mayor se ubica a unos cuantos metros, donde la estructura metálica y los paneles de acrílico en la zona al aire libre de las ruinas prehispánicas no soportaron el peso.