El rayo interminable al que aludió el inmenso poeta de Orihuela no es, desde luego, un símil apto para la pandemia. La imagen que convoca refleja, más bien, la sensación de perdurabilidad que, en el breve tiempo transcurrido, proyecta en nuestra imaginación esta desgracia mayor que padecemos. Una vez más, su decurso en las últimas semanas ha enfrentado al mundo con la realidad de lo distante que aun se encuentra una salida cierta, a pesar de que ya se tiene el instrumento –las vacunas– que puede permitirla y que debería permitir vislumbrarla.
Los hechos recientes son, por desgracia, desalentadores. Si bien los números de nuevos contagios y de decesos diarios, que reporta la OMS quedan por debajo de las cotas registradas en momentos anteriores, marcan nuevamente una tendencia al alza, no atemperada aun, a escala global, por las campañas de vacunación masiva, que se concentran en un puñado de países. La dispersión del virus alcanza con fuerza otros países, territorios e incluso regiones –vulnerables por diversos motivos– en los que se extiende y modifica pronto la geografía de la pandemia.
Este ha sido el caso trágico de India, convertida en el actual epicentro global. Las noticias difundidas al respecto parecen repetir, mutatis mutandis, episodios ya narrados: tras apuntar las cifras registradas –320 mil nuevos casos el 26 de abril y un total acumulado a esa fecha cercano a 200 mil decesos– se agrega que “algunos consideran que en realidad las cifras son mucho mayores [y] la última semana, sólo en Delhi, no fueron contabilizados mil 158 fallecimientos” (BBC News, 27/4/21). Otro, menos prominente, es el de Turquía, que inicia este 29 de abril un nuevo confinamiento de alcance nacional por tres semanas, hasta el 17 de mayo, que supone “cerrar los negocios no esenciales, mantener en casa a todos los estudiantes [y] sujetar a permiso previo los viajes en el interior del país” ( NYT, 27/4/21). En suma, otras cifras, otros protagonistas, la misma historia.
En el mundo, el 26 de abril, los nuevos casos confirmados sumaron más de tres cuartos de millón (794 mil 573) y los decesos reportados excedieron de 10 mil (12 mil 470). Las cifras acumuladas llegaron a 146.8 millones y 3.1 millones, respectivamente. El índice de letalidad bruta se situó en 2.11 por ciento. La OMS indica también que, a la fecha citada, el acumulado de vacunas aplicadas se aproximaba a mil millones de dosis (933.8) y algo más de 500 millones de personas (504.9) habían recibido al menos una dosis.
Las cifras de vacunación por países, reunidas por la Universidad de Oxford, muestran que “83 por ciento de las vacunas se ha aplicado en países de ingreso alto y medio y apenas 0.2 por ciento de las dosis ha ido a los de ingreso bajo” ( NYT, 27/4/21). Sólo tres países de dimensión continental, como suele decirse, y amplia producción nacional han aplicado más de 100 millones de vacunas: Estados Unidos (230.8), China (229.5) e India (142.5). Les siguen, con más de 15 millones: Reino Unido (46.7), Brasil (39), Alemania (25.9), Turquía (21.4), Francia (19.6), Indonesia (18.8), Federación Rusa (18.3), Italia (18.1) y México (16.5). En esta docena se han utilizado cuatro de cada cinco vacunas aplicadas en el mundo.
Sin embargo, para apreciar el grado extremo de concentración geográfica de las vacunas se requiere información sobre la tenencia o las existencias acumuladas por cada país, que no se ha propalado hasta el momento. Ha surgido ahora un indicio importante: el anuncio del gobierno de Estados Unidos de estar dispuesto “a poner a disposición de otros países hasta 60 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca, en cuanto los reguladores federales [de Estados Unidos] la declaren segura” ( NYT, 27/4/21). La cifra anunciada equivale a la cuarta parte de las dosis aplicadas hasta ahora por ese país, de suerte que debe ser amplísima la disponibilidad excedente de vacunas para permitirse prescindir de volúmenes de esa magnitud, cuando sólo 29 por ciento de su población ha recibido hasta ahora la inmunización completa. Una vez concluida la autorización sanitaria, el envío al exterior de los primeros 10 millones de dosis, que podría haber tomado unos cuantos días, se demorará al menos por algunas semanas, pues proviene de Emergent BioSolutions en Baltimore, la planta donde el mes pasado se arruinaron millones de vacunas y que, controlada ahora por Johnson&Johnson, está sujeta a rigurosos controles de calidad ( FT, 26/4/21).
Sin embargo, la decisión de permitir la exportación de un monto significativo de vacunas marca un giro importante en las actitudes nacionales hacia un manejo de la pandemia compatible con los intereses de la comunidad internacional y la construcción cooperativa de una respuesta global al mayor desafío no bélico global en algo más de un siglo.