El inminente regreso a las aulas y el llamado urgente de reapertura de las escuelas por el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado pie a un debate surgido desde diferentes perspectivas acerca de la nueva normalidad educativa y la presencialidad en los centros de enseñanza.
Los procesos de vacunación a docentes y la semaforización positiva en algunas entidades hacen pensar que este regreso presencial puede darse antes de que termine el presente ciclo escolar. Sin embargo, abrir las aulas a la población es una actividad que se debe realizar de manera quirúrgica y con un cuidado y organización puntual, pues el panorama no es sencillo.
En México existen poco más de 36.5 millones de estudiantes de escuelas públicas y privadas, más de 2 millones de docentes y aproximadamente 12 millones de acompañantes educativos: padres de familia, tutores y cuidadores que todos los días dan seguimiento a las actividades escolares. Esto significa que más de 50.5 millones de mexicanos están involucrados en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Esta población representa más de 40 por ciento de los habitantes del país, las cuales, de abrirse de nuevo los centros escolares, regresarían a la calle poniendo en riesgo su salud y la de sus familias, pues, como sabemos, la crisis de salud no ha sido controlada y los contagios han aumentando exponencialmente.
Ante ello, es necesario reconocer que vivimos en medio de una crisis sanitaria y educativa.
Durante el ciclo escolar 2019-20, antes del inicio de la pandemia, el abandono escolar había aumentado a 1.2 millones de estudiantes que no regresaron a las aulas. Durante el último ciclo escolar, se calcula que 5.2 millones de personas abandonaron sus estudios; la mayoría, por consecuencias directamente relacionadas con el Covid-19.
Además, la crisis en la pérdida de los aprendizajes es altamente alarmante. Las previsiones de pruebas estandarizadas, como PISA o Planea, señalan que habrá una disminución de hasta 10 puntos porcentuales en los resultados de los exámenes.
El regreso a las aulas no es cosa fácil, ya que también debemos revisar las condiciones físicas de las escuelas, pues muchas no cuentan ni con los elementos mínimos para su funcionamiento como energía eléctrica, infraestructura básica, agua potable o presupuestos definidos para adquirir productos de limpieza fundamentales.
Para que todo esto suceda, diversos grupos de profesores y colectivos especializados en materia educativa, incluida la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, han marcado una serie de propuestas con las cuales, consideran, se establecerán las condiciones mínimas y básicas para un regreso seguro a las aulas:
• Sólo se regresa a las escuelas hasta que la entidad correspondiente esté en semáforo verde.
• Vacunación universal a la población.
• Dotaciones permanentes de artículos de limpieza y garantía de presupuesto para las comunidades escolares.
• Agua potable en todos los centros educativos.
• Personal médico capacitado por plantel escolar.
• Sanitarios dignos.
• No más salones atestados de alumnos. La cantidad de estudiantes debe ir acorde con las dimensiones de las aulas.
• Mayor contratación de docentes.
• Garantizar conectividad y energía eléctrica.
• Planeación híbrida y paulatina de regreso a las aulas.
Si bien, el regreso a clases responsable es tarea de toda la sociedad, se requiere de un buen liderazgo en la Secretaría de Educación Pública y mucha voluntad política para garantizar el correcto ejercicio del derecho a la educación. Lástima que en tiempos electorales sigan tratando de engañar a la sociedad y de usar al magisterio como botín político.
Exigimos lo que se dice en el discurso, pero en la práctica no se ve reflejado: una verdadera revalorización del magisterio.
* Periodista especializado en educación. Director editorial de Educación Futura.
Twitter: @elErickJuarez