El Partido Encuentro Solidario (PES) es un partido político de corte evangélico. Sin duda, como existen muchos otros en la actualidad de América Latina. Tiene sus orígenes en el Partido Encuentro Social, fundado por Hugo Éric Flores, que perdió su registro en 2018 al no alcanzar el mínimo de 3 por ciento de votación que exige la ley electoral. Flores y más de 30 iglesias pentecostales logran de nuevo posicionarlo, conservando las siglas y el logo, cambiado sólo el adjetivo “social” por “solidario”.
El Consejo General del INE cometió un error descomunal al volver a otorgar su registro. Porque a todas luces el PES es un partido confesional que contraviene la Constitución. El PES pretende imponer valores religiosos pentecostales conservadores en el espacio público. El lema de campaña es muy revelador: “Por la vida y por la familia”, porque enarbola una cruzada contra la llamada ideología de género, trasgrediendo los principios y el espíritu constitucional del Estado laico contenido en el artículo 40 de la Carta Magna.
La estrategia política del PES está basada en una campaña de odio. Busca atraer sectores de adultos y adultos mayores cristianos que le aseguren su permanencia política. Quiere llegar a sectores populares y tradicionales que ven con temor sus valores vulnerados. Utiliza los espots en los medios, las redes sociales y despliega en plazas discursos agresivos contra la adopción homoparental, contra los matrimonios igualitarios y contra el aborto. Criminaliza a las mujeres. Dicha campaña, es una paradoja social, se sustenta en la libertad de expresión y en la libertad religiosa, pero sus contenidos atentan contra los derechos y libertades de otras minorías. Minorías pentecostales que confrontan minorías seculares. En términos de derechos humanos, el PES atenta contra el principio de no discriminación y el reconocimiento de la pluralidad como sustento básico de la democracia.
El INE otorgó su registro a pesar de que se constató que 15 ministros de culto participaron activamente como líderes de asambleas y como auxiliares para llevar a cabo afiliaciones de militantes. Se violaba el principio de separación Estado-iglesias, mandatado por el artículo 130 constitucional. El Consejo General del INE aprueba, de manera lamentable, el registro al nuevo PES con seis votos a favor y cinco consejeros en contra. Ninguno de los consejeros que votaron por el registro del PES entraron al fondo del debate y omitieron el concepto de laicidad. Una de las defensoras del partido pentecostal fue la consejera Adriana Favela, quien argumentó formalidades. Admite la presencia de 15 ministros de culto, pero arguye que dichos actos fueron debidamente sancionados y las asambleas se restaron, por tanto, debe prevalecer el principio de los actos válidamente emitidos y el principio de proporcionalidad. Lamentablemente el tribunal electoral, en el mismo tenor, avala la decisión del INE. Violó la ley pero tantito, dijo Antonio Crespo.
El registro político del pentecostalismo en México debe contemplarse a la luz de los grandes cambios en América Latina. Son tres fenómenos aparejados: 1) la decadencia del catolicismo; 2) la crisis de la clase política, y 3) la irrupción política de los evangélicos. En muy poco tiempo, grupos pentecostales y neopentecostales han erigido robustas bancadas evangélicas en diferentes países, así como han constituido partidos políticos propios, han colocado candidatos en todos los espacios de gobierno. Incluso han instalado presidentes, como Jimmy Morales, en Guatemala, y Jair Bolsonaro, en Brasil.
El PES fue diseñado para conquistar la adhesión de un electorado evangélico en constante crecimiento en México. Hugo Éric Flores es un hábil camaleón político. Ha pasado por Convergencia, el PAN, el PRI y Morena. Ha sabido vender bien el supuesto voto evangélico al tejer alianzas electorales. Sin embargo, la impronta religiosa desnuda su agenda moral. En un recuento de sus iniciativas legislativas, éstas tienen el objetivo de establecer un orden moral y religioso único conforme a sus creencias. El PES se ha sumado a las movilizaciones masivas contra la aprobación del matrimonio igualitario en 2016 junto con Pro Vida y el Frente Nacional por la Familia. El PES puede ser amenaza potencial de intolerancia y dinamitar la laicidad que México ha construido en su historia.
Diversos colectivos han iniciado un proyecto de denuncia contra el PES. Muestra que los espots electorales de ese partido vulneran la laicidad del Estado. Es alarmante, afirman, que el PES violente los tratados en materia de derechos humanos que nuestro país ha ratificado y demanda al INE para que implemente acciones sancionatorias. El texto dice: “Las organizaciones firmantes vemos con preocupación la manifestación cada vez más frecuente de discursos antiderechos no sólo en el espacio público, sino también en las instituciones y congresos de nuestro país, que atentan contra los derechos humanos de las familias diversas, de las mujeres, del pluralismo religioso, así como de la separación histórica del Estado-iglesias”.
El INE acaba de ordenar al PES suspender dos espots de propaganda política contra el aborto que llama a castigar a quien atente en contra de la vida y la adopción homoparental. Concedió medidas cautelares para retirarlos al considerar que dicha expresión puede estigmatizar y criminalizar a las mujeres y a quienes realicen un aborto, lo cual no está amparado por la libertad de expresión. Y, ¿sabe usted quién estaba en la comisión del INE?: Adriana Favela. Como si se tratara de un caso cualquiera, como si no tuviera responsabilidad alguna, ahora lo sanciona con su voto.