La semana pasada, nuestros líderes se unieron para enfrentar uno de los mayores desafíos de nuestros tiempos: cómo limitar las emisiones y el calentamiento del planeta para evitar los peores impactos del cambio climático. Al incrementar nuestras ambiciones bajo el Acuerdo de París, también podemos crear empleos bien remunerados, fomentar tecnologías innovadoras y ayudar a los países vulnerables a adaptarse a los impactos climáticos.
La dimensión norteamericana de esto es crítica. Canadá celebra que Estados Unidos haya renovado su liderazgo en cuestiones de cambio climático, involucrando en la cumbre tanto al Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, como a países que están demostrando una acción climática fuerte e innovadora, o que son especialmente vulnerables a los impactos del clima.
Los tres países de América del Norte renovamos nuestros compromisos, desde ambiciosas metas de reducción de emisiones de Canadá y Estados Unidos, hasta energía más limpia y reforestación en México. Este es un año crítico para la acción climática y todos debemos avanzar con mayor firmeza en la reducción de emisiones si queremos mantener el calentamiento global en un promedio de 1.5 grados Celsius. Como amigos y socios en un espacio económico integrado y un ambiente continental compartido, estamos juntos en esto en más de un sentido.
Primero, debemos aprovechar nuestra competitividad renovada con el T-MEC, compartiendo mejores prácticas y adoptando las mejores políticas para “reconstruir mejor”, como dice frecuentemente nuestro primer ministro. Esto no sólo incluye una recuperación económica verde, sino un crecimiento sustentable e inclusivo a largo plazo, tan necesario para nuestros pueblos después de los reveses de la actual pandemia.
Tiene sentido que juntos lideremos el desarrollo y la innovación de nuevas tecnologías para mejorar nuestra administración ambiental y para enfrentarnos a la amenaza climática a largo plazo. Hay que avanzar en nuevas fuentes de energía, recursos renovables, manejo de agua, adaptación y mitigación, y tecnologías más limpias para la producción y el uso de combustibles fósiles, que seguiremos necesitando por un tiempo. Para lograrlo, los es necesario un clima de inversión estable y predecible. En México, Canadá tiene alrededor de 10.3 mil millones de dólares invertidos solamente en el sector energético, incluyendo 4.1 mil millones de dólares en energía renovable. Esto ha creado decenas de miles de empleos bien remunerados, proyectos de desarrollo comunitario e ingresos tributarios significativos.
El T-MEC también garantiza la protección del ambiente y previene que las partes debiliten sus respectivas leyes ambientales para atraer el comercio o la inversión. El acuerdo paralelo de Cooperación Ambiental de América del Norte sigue promoviendo la protección ambiental y la sustentabilidad económica.
En segundo lugar, Canadá y México tienen una fuerte cooperación ambiental bilateral, tanto directa como transversal, a través de la Alianza México Canadá, en diversos grupos de trabajo como los de Ambiente, Energía, Bosques, y Comercio, Inversión e Innovación. Queremos seguir compartiendo experiencia técnica y mejores prácticas, desde un mejor monitoreo y reducción de emisiones como el metano, hasta la facilitación de consultas indígenas y talleres para combatir el tráfico ilícito de fauna silvestre, como el que se llevó a cabo el mes pasado. También colaboramos en la conservación de los parques nacionales y las áreas protegidas.
En tercer lugar, me da gusto que Canadá y México tengan tantos objetivos multilaterales en común para promover la protección del ambiente global. Estamos impacientes de trabajar con las partes de la Convención por la Diversidad Biológica, incluyendo a México, para negociar un marco global de biodiversidad pos-2020 más ambicioso para la reunión 15 de la conferencia de las partes en China en 2021. Canadá también está apoyando la Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y las Personas, que busca la conservación de 30 por ciento de la tierra y los océanos para 2030, entre otras cosas. La COP26 de noviembre será una importante oportunidad para avanzar en la discusión sobre cómo alinear las medidas globales de recuperación con el Acuerdo de París y mejorar la resiliencia contra futuras crisis.
Hay muchas razones para pensar, además de la reciente cumbre climática, que se renovará el esfuerzo para llevar a cabo una Cumbre de Líderes de América del Norte. Cuando suceda, debemos tomar en cuenta este tema prioritario para los tres países y estar preparados con una agenda climática y ambiental más específica para la región.
Desde el derretimiento del Ártico canadiense hasta sequías más frecuentes en México, estamos juntos en esto por necesidad. Conforme empezamos a recuperarnos de esta terrible pandemia, sigamos “reconstruyendo mejor”, eligiendo soluciones verdes respaldadas por nuestra sólida base como amigos, aliados y socios en América del Norte.
Debemos estar a la altura del momento y de esta vital oportunidad de llevar a cabo el cambio que nuestros pueblos esperan de nosotros.