La voz de Marianne Faithfull, antes delicada y melódica, se ha vuelto con los años y los excesos en una tonalidad cercana a la de Billie Holiday, Edith Piaf o Chavela Vargas. De joven se hizo famosa por su belleza, la grabación de As Tears Go By, de los Rolling Stones, y por ser novia de Mick Jagger. Es un ícono de la cultura pop de los años 60.
Sin embargo, la relación de Marianne con Jagger, quien en esos momentos ascendía estrepitosamente a la fama mundial junto a los Stones, dio mucho de qué hablar. Muchos todavía recuerdan el siguiente episodio en la vida de la pareja: en una redada de drogas, Faithfull fue encontrada envuelta en una alfombra.
A pesar de seguir produciendo música, su adicción a las drogas y su vida en la calle costaron mucho a la cantante. Ni siquiera el oxígeno que le ofreció David Bowie en su decadente show del Marquee en 1973, pudo ayudar a la artista que, bajo un hábito de monja, no parecía ni viva ni muerta.
En 1979 regresó con lo que llamó “mi obra maestra”: Broken English, en el que ya aparecía su voz desgastada, algo que compensaba con creces a través de una auténtica revelación de crudeza y sinceridad. Así empezaba una nueva década como una de las intérpretes más expresivas y originales de la escena lírica y roquera.
Faithfull se convirtió en una superviviente y narradora del dolor que, gracias a su experiencia, sabría expresar como pocos. Tom Waits, Nick Cave, PJ Harvey, Beck, Damon Albarn, de Blur, y Roger Waters, entre muchos otros, buscarían colaborar con ella.
Desde hace varios años enseña poética y poesía inglesa en universidades estadunidenses y británicas.