Roma. El premier italiano, Mario Draghi, expuso ayer los retos que representa el colosal plan para reactivar la economía, financiado por la Unión Europea (UE), mientras comenzó el desconfinamiento con la apertura de bares, restaurantes, cines, museos y salas de conciertos de casi todo el país.
“Está en juego el destino de Italia, su credibilidad como país fundador del bloque europeo y como protagonista del mundo occidental”, advirtió Draghi ante la Cámara de Diputados.
El gobernante presentó el plan de choque para la economía de Italia que deberá ser aplicado con los colosales fondos asignados por la UE.
Italia va a recibir 191 mil 500 millones de euros en subvenciones y préstamos, y también planea usar recursos propios por más de 30 mil millones de euros.
El plan detallado de gastos debe ser enviado antes del viernes a las autoridades de la Unión Europea para que sea aprobado.
“Estoy seguro de que la honestidad y la inteligencia prevalecerán sobre la corrupción, la estupidez y los intereses individuales”, comentó Draghi entre aplausos.
Después de meses de restricciones, de enfrentar la segunda y tercera olas del Covid-19, con un promedio de 300 a 500 muertos diarios, Italia espera que las reaperturas decretadas a partir de ayer sean irreversibles y marquen el comienzo de una vida normal.
“¡Finalmente!”, clamó Daniele Vespa, camarero del restaurante Baccano, cerca a la turística Fontana di Trevi, en Roma, casi vacía en el último año, resumiendo el sentimiento de uno de los sectores más golpeados por los cierres decretados por la pandemia, que ha cobrado la vida de casi 120 mil personas.
Sin embargo, el toque de queda a las 22 horas, que podría alargarse durante los meses más calientes de julio y agosto, ha sido una de las medidas que ha generado más rechazo.
Draghi, reconocido economista, ex director del Banco Central Europeo y quien asumió el gobierno en febrero, explicó que asumía un “riesgo calculado” con las aperturas y que las probabilidades de que sean definitivas dependerá del respeto de los protocolos de seguridad y del avance de la campaña de vacunación.
Italia, con una población de 60 millones de habitantes, está administrando alrededor de 350 mil dosis de vacunas al día, aunque con fuertes disparidades entre regiones.
La tercera mayor economía de la zona euro, que perdió el año pasado un millón de puestos de trabajo y registró una caída del PIB de 8.9 por ciento, será sometida a una verdadera terapia de choque gracias a los fondos europeos.
Entre las principales prioridades figuran la renovación de buena parte de su infraestructura, que incluye construir líneas ferroviarias, autopistas e incluso puertos.
“El gobierno quiere dejar a las nuevas generaciones un país más moderno”, adelantó el jefe de gobierno.
Otra partida clave será para la transición ecológica, proyectos de energía con hidrógeno y fuentes renovables, así como la digitalización.
Para cerrar la brecha entre el norte desarrollado y el sur pobre de la península, entre hombres y mujeres, y entre generaciones, Italia preparó un plan que constituye todo un desafío para un país que dejó de crecer desde hace varios años.
Draghi deberá impulsar en cinco años un notable crecimiento del PIB y además lidiar con la clase política, que por ahora no resulta unida ante el histórico reto.