Madrid. La cueva Wonderwerk en Sudáfrica fue confirmada como la gruta poblada por humanos más antigua del mundo, con las primeras evidencias de uso de fuego y fabricación de herramientas, concluyó un nuevo estudio, publicada en Quaternary Science Reviews.
La investigación está dirigida por un equipo de geólogos y arqueólogos de las universidades Hebrea de Jerusalén (HU) y de Toronto.
“Ahora podemos decir con confianza que nuestros antepasados humanos fabricaban herramientas de piedra simples dentro de la cueva hace 1.8 millones de años. Wonderwerk es único entre los sitios antiguos donde se ha hallado herramienta tipo olduvayense, que se encontró por primera vez hace 2.6 millones de años en África Oriental y precisamente está hecha en una cueva, no al aire libre”, explicó Ron Shaar, autor principal del estudio y profesor del Instituto de Ciencias de la Tierra de HU.
El equipo pudo determinar con éxito el cambio de las herramientas olduvayenses (principalmente lajas afiladas y para cortar) a las primeras hachas de mano hace más de un millón de años, y fechar el uso deliberado del fuego por nuestros antepasados prehistóricos también en ese tiempo, en una capa en lo profundo de la cueva.
Otros ejemplos provienen de sitios al aire libre
Este último es particularmente significativo porque otros ejemplos de uso temprano del fuego provienen de sitios al aire libre donde no se puede excluir el posible papel de los incendios forestales. Además, Wonderwerk contenía una gama completa de restos de fuego: huesos quemados, sedimentos y herramientas, así como la presencia de ceniza.
La datación de los depósitos de cuevas es uno de los mayores desafíos de la paleoantropología, también conocida como el estudio de la evolución humana. Para superar el desafío, el equipo analizó una capa sedimentaria de 2.5 metros de espesor que contenía herramientas de piedra, restos de animales y de fuego utilizando dos métodos: paleomagnetismo y datación de entierros.
“Retiramos cuidadosamente cientos de pequeñas muestras de sedimentos de las paredes de la cueva y medimos su señal magnética”, describió Shaar.
La magnetización ocurrió cuando las partículas de arcilla, que ingresaron a la cueva desde el exterior, se asentaron en el piso, preservando así la dirección del campo magnético de la tierra en ese momento.
“Nuestro análisis de laboratorio mostró que algunas de las muestras se magnetizaron hacia el sur en lugar del norte, que es la dirección del campo magnético actual”, agregó.
Ari Matmon, director del Instituto de Ciencias de la Tierra de HU, se basó en un método de datación secundario para verificar cuándo los primeros antepasados humanos pudieron haber ocupado el sitio.
“Las partículas de cuarzo en la arena tienen un reloj geológico incorporado que comienza a hacer tic tac cuando entran en una cueva. En nuestro laboratorio podemos medir las concentraciones de isótopos específicos en esas partículas y deducir cuánto tiempo ha pasado desde que esos granos de arena entraron en la cueva”, concluyó Ari Matmon.