Ciudad de México. La relación que establezcan México y Estados Unidos durante los dos primeros dos años de la administración de Joe Biden marcará el rumbo de la relación bilateral para las siguientes dos décadas, aseveró la embajadora eminente Martha Bárcena.

La diplomática, quien fue embajadora de nuestro país en Washington hasta febrero pasado, indicó que más allá de la química personal que pueda existir entre los mandatarios de los dos países, la cooperación bilateral puede fortalecerse debido a la persistencia de las instituciones y a la relevancia que cada país representa para el otro y para su futuro.

Al participar en el conversatorio El gobierno de Biden a 100 días; una mirada desde y hacia los vecinos, organizado por el Centro de Investigación y Docencia Económica y que se desarrolló esta noche, la embajadora mexicana enfatizó que si en ambas naciones no se entiende la relevancia del establecimiento de las bases en estos dos años, “se nos va a ir el tren u no nos vamos a arrepentir lo suficiente”.

Si bien la agenda bilateral está marcada por una diversidad de temas, planteó que quizás el principal en los siguientes años será el migratorio. Posición a la que se sumaron Daniel Restrepo, consultor e investigador senior del Center for American Progress y ex asesor del gobierno de Barack Obama para el hemisferio occidental; y Joy Olson, consultora, activista y ex directora de la Oficina de Washington para América Latina (Wola, por sus siglas en inglés).

Bárcena remarcó que durante la pandemia de Covid-19, los trabajadores migrantes agrícolas, de granjas, de empacadoras de alimentos, del sector salud, incluidos los indocumentados, fueron considerados esenciales para la economía estadunidense, pero eso no se reflejó en derechos para ese sector.

En ese sentido, llamó al Congreso de ese país a tomar medidas para la regularización de 11 millones de migrantes, más de la mitad de ellos mexicanos, como lo establece la propuesta de Biden en materia migratoria.

Sin embargo, alertó que se ha dado un manejo político contraproducente para que esa reforma pueda avanzar pues algunos actores en aquel país hablan del “desastre” en la frontera común a causa de los altos flujos migratorios, en lugar de aportar ideas y respuestas a la crisis humanitaria que representa ese incremento en la movilidad irregular.

Restrepo refirió por su parte que Biden no cuenta con los votos suficientes en el Congreso para llevar a buen puerto la reforma migratoria integral. “falta voluntad política de parte del Partido Republicano”.

Señaló que la administración Biden-(Kamala) Harris se equivocó en la manera de comunicar acuerdos con los gobiernos de México y Centroamérica para el envío de tropas a las fronteras.

“Lo importante no es prevenir ni prohibir la migración, sino establecer las formas y las normas de cómo manejar los flujos migratorios que van a existir. Eso es muy difícil porque Biden heredó un sistema migratorio y en materia de asilo destruido a propósito, no en los cuatro años de Donald Trump, sino de las últimas tres décadas. El reto no es la migración en sí, sino la sensación de desorden”.

Refirió que la administración estadunidense tiene varios retos en el tema: construir infraestructura en el país para que los flujos migratorios sean más humanos y, por ejemplo, no haya niños y familias encerrados en condiciones inaceptables; reconstruir legalmente el sistema de asilo, pues bajo las normas actuales es casi imposible conseguirlo; atender las causas de raíz de la migración desde Centroamérica, en particular las crisis agudas provocadas por la pandemia y las tormentas del año pasado”.

En su turno, Olson consideró que tres estrategias que el gobierno de Estados Unidos deberá seguir en Centroamérica serán el combate a la corrupción, la reducción de la violencia y dar esperanza a los ciudadanos de esos países.

Aunque, dijo que percibe “acciones contradictorias” en materia migratoria dentro de las acciones de la administración Biden, como los acuerdos para el envío de tropas a las fronteras para evitar que la gente se dirija hacia el norte, el que no se ha cumplido el compromiso de incrementar el número de personas aceptadas como refugiadas, entre otras.