Estados Unidos (EU), como potencia hegemónica, vela por sus intereses en el planeta y hace años que considera que Rusia y China representan una amenaza a su supremacía. Lo novedoso ahora es que esta “amenaza” llegó a lo que denominan el hemisferio occidental, “su” hemisferio, afirma el reconocido periodista argentino Pedro Brieger.
Reduzco un poco su artículo: la presidencia de Joe Biden seguramente traerá a mediano plazo un nuevo discurso para América Latina y el Caribe diferente al que tenían Donald Trump y sus funcionarios republicanos. De todas maneras, en líneas generales, tanto el Partido Demócrata como el republicano consideran que nuestra región es su ámbito “natural” de intervención e influencia desde la famosa Doctrina Monroe, que rezaba: “América para los americanos”.
Los funcionarios estadunidenses de alto rango que visitan la región manifiestan abiertamente su preocupación por la presencia rusa y china en un tono que recuerda la llamada guerra fría. La pandemia agregó una nueva preocupación, que ahora definen como “diplomacia sanitaria”, impulsada por Rusia, China y Cuba. Esto se desprende del último informe presentado por Craig Faller, jefe del Comando Sur, ante el Senado.
Faller plantea que por cuestiones humanitarias y estratégicas, EU tiene que asumir el liderazgo para vacunar a las Américas, porque Rusia, China y Cuba buscan desplazar la influencia de Washington enviando vacunas y material sanitario. “Si no vacunamos a las Américas, Washington perderá su estatus como principal socio regional”, afirmó. Ante el Senado habló de “amenazas” y desafíos a la seguridad nacional, un mantra que en Washington se usa siempre para justificar una intervención, sea en Cuba, Irak, Afganistán o el mar de China.
Faller y los diseñadores de la política exterior estadunidense suelen utilizar un lenguaje diplomático en sus visitas. Pero ante el Senado, Faller dijo sin medias tintas que el hemisferio “es asaltado por organizaciones violentas criminales y trasnacionales, y por China y Rusia”. También que China debilita las instituciones democráticas en la región y tiene prácticas “depredatorias” en la pesca, mientras Cuba es un actor “maligno” con influencia “corrosiva”.
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