Madrid. En un sector sólido y en auge, como es el de la banca, se lleva a cabo un cambio de modelo, en ciernes desde hace años, pero que ahora, a raíz de la pandemia, se acelera a un ritmo vertiginoso y al igual que el virus del Covid-19 está dejando una estela de destrucción.
En los próximos meses se dará el despido de más de 12 mil personas sólo de dos entidades financieras, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y CaixaBank, inmersas en un proceso de restructuración profundo. La tendencia de la última década es clara: menos puestos de trabajo y menos oficinas abiertas al público, lo que implica que en 10 años hay 100 mil personas menos trabajando en el sector bancario en España, al mismo tiempo que los beneficios y salarios de sus altos directivos alcanzan topes históricos.
Alicia B., es la subdirectora de una antigua oficina de Bankia, ahora transformada en CaixaBank tras la fusión, y tiene más de 10 años trabajando en la antigua Caja de Madrid. Su trayectoria profesional es como la de otros tantos profesionales de su área: licenciatura, un posgrado en finanzas o banca y un curriculum profesional de más de 20 años trabajando en el sector. Ahora, con la fusión, su futuro está en el aire.
“No sabemos si finalmente cerrarán nuestra oficina, puesto que hay otra de CaixaBank a sólo dos cuadras. Y si es así sólo nos quedaría que el banco nos reubique en otra oficina o que nos metan en el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que está sobre la mesa”, explicó a La Jornada. A su edad, 51 años, tiene pocas salidas profesionales en el sector, pero al menos espera conseguir una buena liquidación que le permita buscar alternativas en caso de que sea finalmente despedida.
La situación de Alicia B. es similar a la de miles de trabajadores en el sector bancario en España, que está inmerso en un proceso de cambio de modelo por una banca más virtual que presencial, con menos oficinas, menos atención personalizada y con servicios cada vez más automatizados.
Los datos globales en España confirman la tendencia, en este caso agudizada por la pandemia y la durísima crisis económica que atraviesa el mundo. Desde 2011, es decir, en sólo una década, el sector bancario en España ha experimentado una drástica reducción de puestos de trabajo, al pasar de 282 mil hace 10 años a los 182 mil que hay actualmente, y si se confirman los despidos masivos en BBVA y CaixaBank serán a finales de año 170 mil. Es decir, más de 110 mil puestos de trabajo menos frente a unos beneficios que en algunos años, como el 2018 y 2019, han alcanzado cuotas históricas.
El cambio de modelo no sólo supone un cierre masivo de oficinas y el despido de una parte importante de la plantilla, que en ocasiones supera 20 por ciento, sino también y en pos de la supuesta “eficiencia” y “rentabilidad”, el desmembramiento de las grandes corporaciones para venderlas por partes, al margen de las fusiones con otros bancos para eliminar costos y aumentar al mismo tiempo las carteras de clientes y el volumen de sus transacciones.
Todo lo relacionado con los costos del negocio bancario va a la baja, con la única excepción de los salarios de los grandes directivos, consejeros delegados y accionistas mayoritarios, quienes entre sus sueldos y los repartos de beneficios y dividendos llegan a ganar varias decenas de millones de euros al año.
En España, actualmente, hay dos grandes bancos con procesos de ajuste. El más “sangrante” para los sindicatos y para la opinión pública en general es el de CaixaBank, que tras su fusión con Bankia –un banco rescatado con 23 mil millones de euros y que, por tanto, todavía tiene participación accionaria del Estado español– ya presentó un durísimo plan de ajuste de su plantilla, que afectará a más de 8 mil 300 personas e implica el cierre de 5 mil 742 oficinas en todo el país. Una de ellas podría ser la de Alicia B., madre de familia con dos hijos y que todavía está pagando la hipoteca de su vivienda y, sobre todo, con un potencial de vida laboral de más de 15 años que quedará en suspenso.
El último en sumarse a esta ola de cambio, acelerado por la pandemia y sus estragos en la economía, es el BBVA-España, que afectará a 3 mil 800 personas, con el cierre de 530 oficinas en todo el país. Sus argumentos son similares: “cuestiones productivas y organizativas”, una restructuración en pos de “la eficiencia” y la “rentabilidad” y para ganar “competitividad” en el mercado internacional cada vez “más exigente”.
Protestas de políticos
Además de los sindicatos, en esta ocasión algunos miembros prominentes del Ejecutivo español, del socialista Pedro Sánchez, criticaron abiertamente los planes de destrucción masiva de empleo de la banca. La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, anunció que había puesto en manos del Banco de España –el órgano regulador del sector– una propuesta para que se adopten medidas para limitar las retribuciones de los directivos bancarios y vincularlos a la situación global de la economía. “Creo que los salarios y bonos de los ejecutivos bancarios deben estar alineados con la evolución del sector y la economía en su conjunto. Esta preocupación la hemos expresado al Banco de España y vamos a utilizar los instrumentos a nuestra disposición para tratar de encauzar este proceso de la manera que sea lo mejor posible para la evolución económica”, al tiempo que calificó de “inaceptable” el reparto de millones de euros entre los altos directivos mientras se deciden despidos masivos.
Una nueva realidad
Al margen de las reticencias del gobierno y de los sindicatos, el cambio de modelo en la banca española augura un otoño caliente, con movilizaciones para intentar paralizar uno de los despidos más numerosos de la historia del país y que, según anuncian los expertos, es sólo el principio de una nueva realidad inminente. Y que deja a su paso una estela de drama social.