Niñas y niños desobedientes son una de las alegrías del mundo/ saben mucho de la luz y muy poco del miedo/ no le temen a los ceros ni a las orejas de burro/ pues con eso y con cualquier otra cosa/ pueden inventar un juego.
Son hijos y alumnos de padres y maestros que comprenden que disciplina y obediencia no son lo mismo/ que la obediencia pertenece al mundo de la necesidad/ pero no al de la virtud.
Niñas y niños desobedientes responden exámenes y cumplen tareas con su propio estilo/ pocas veces obtienen dieces/ pero crecen así a salvo de la mala ambición y la mentira.
Por desobedientes sólo aprenden lo que realmente les interesa/ y así van descubriendo lo que quieren ser de grandes/ científicos, artistas, filósofos/ o lo que sea que les dé felicidad./
Su temprana autenticidad, aleja a los desobedientes de la piratería política y de los jefes dictatoriales.
Las niñas y los niños deso-bedientes revolucionan/ involuntariamente/ las teorías pedagógicas/ y enamoran a sus maestros con sus preguntas inesperadas y sus respuestas originales y fabulosas.
Algunos niños desobedientes logran salvar sus alas / de los aburridos textos oficiales hediondos a ideología/ de exámenes perversos y de tareas demenciales.
Ellos fabrican sueños propios/ leen las nubes y hacen extraordinarios dibujos/ que desdicen la ley de gravedad y recomponen la teoría del color y de la forma/ pintan como Picasso cuando/ consagrado/ logró pintar como si fuera niño.
Niñas y niños desobedientes que logran conservar sus alas/ viven la adultez sin obsesiones políticas y sin pasiones bancarias/ así van quedando a salvo de las farsas, de las iglesias y, claro, también de los manicomios.
Desobedientes ilustres: Leonardo da Vinci, Pablo Picasso, Albert Einstein y Charles Chaplin, entre otros.