Aguililla, Mich., El nuncio apostólico en México, Franco Coppola, ofició una misa por la paz y contra la violencia e inseguridad, a la que asistieron unas 2 mil personas en esta población limítrofe de las regiones de Tierra Caliente y Sierra, a la que decenas de familias se han visto obligadas a abandonar.
Tras oficiar el servicio religioso en la cancha de basquetbol, el representante papal envió un mensaje de paz a todos aquellos que han sido víctimas de violencia por parte de los grupos delictivos que operan en esa región, y les dijo: “no están solos”.
El embajador del Vaticano lamentó que, previo a la Semana Santa, la red social de Facebook censuró unas fotografías que intentó publicar para mostrar al mundo la violencia en Aguililla, municipio al que se dijo dispuesto a regresar para buscar la conversión de los narcotraficantes.
Ofreció un mensaje de esperanza a los habitantes de Aguililla y reveló que decidió visitar esta población de unos 12 mil habitantes para que el mundo conozca, aunque fuera por unos días, la crisis humanitaria y el abandono que padecen los pobladores. Agregó que encontró un pueblo sumamente golpeado por la violencia, pero aún unido y de pie.
Una hora antes del inicio de la misa, a las 11 horas, Coppola se reunió en privado con víctimas de la violencia en la región, quienes le platicaron de las balaceras, enfrentamientos, cortes en caminos de terracería y de la carretera Aguililla-Cuatro Caminos, desabasto de productos básicos y la imposibilidad de trasladar a los enfermos a la ciudad más cercana (Apatzingán), ubicada a 78 kilómetros, por una vía plagada de baches y terraplenes que no han sido reparados después de que la delincuencia ha abierto zanjas constantemente desde enero pasado.
El nuncio arribó a Apatzingán la tarde del jueves, y la mañana de este viernes se trasladó a Aguililla. Antes pasó por la comunidad de El Aguaje, donde varias familias le expresaron que de sus 2 mil habitantes ya sólo quedan 300.
El resto ha huido porque ha sido la población más agredida debido a que ha quedado en medio de enfrentamientos entre el cártel Jalisco Nueva Generación y Carteles Unidos de Michoacán. En la mayoría de las fachadas de casas y negocios, así como de las escuelas primaria y secundaria de la avenida principal de El Aguaje, a mitad de camino entre Aguililla y Apatzingán, quedan las huellas de cientos de balas que dejaron los rifles de alto poder, que hacen parecer más un pueblo fantasma.
Fuera de domicilios vacíos merodean perros; sus amos huyeron a Apatzingán y a otras partes del país. En la calle principal sólo hay algunos comercios abiertos; las calles desoladas, y en medio de la nada, un taller que repara aparatos eléctricos.
El cura de Aguililla José Luis Segura, refirió que también ha habido desplazamiento de decenas de familias de las comunidades del Limón, El Aguaje, El Correo y de la cabecera municipal de Aguililla misma.
Los grupos criminales, uno de Jalisco y otro de Michoacán, han provocado una verdadera guerra no declarada como estrategia en esta próspera región ganadera, agrícola y minera, pero además debido a que es una zona clave para la delincuencia porque hay brechas que unen a Aguililla con Coalcomán, Colima, Tumbiscatío, la costa y a la Tierra Caliente de Michoacán.
“No ha habido apoyo del gobierno, un día tapan los hoyos en la carretera y a las pocas horas los delincuentes las vuelven a abrir, y de la policía no se vuelve a saber nada”, dijo un habitante de Aguililla que esperaba al nuncio apostólico para solicitarle su ayuda.