Madrid. La Superliga duró nada. Fue un terremoto y como tal efímero, aunque su principal promotor, Florentino Pérez, se aferre a negarlo y diga que aún está viva. Se derrumbó como era previsible tras la salida de los seis clubes ingleses y se intuía que después de ese golpe letal habría desbandada. Y ocurrió.
Los italianos Juventus, Inter y AC Milán, y el Atlético de Madrid, dieron marcha atrás y dejaron solos al Real Madrid y Barcelona en una liga que ya resulta imposible. Uno tras otro, los seis rebeldes ingleses –Manchester City, Arsenal, Chelsea, Tottenham, Manchester United y Liverpool– renunciaron, arrinconados por el repudio de sus aficionados y de las altas esferas de la política británica. Luego los italianos y el conjunto colchonero de la liga española.
El Atlético dijo que su Consejo de Administración tomó la decisión el miércoles. Añadió que las “circunstancias” que les permitieron sumarse a la nueva Liga el lunes “el día de hoy (miércoles) ya no se dan”.
“Para el club es esencial la concordia entre todos los colectivos que integran la familia rojiblanca, especialmente nuestros aficionados”, añadió el club colchonero; “la plantilla del primer equipo y su entrenador han mostrado su satisfacción por la decisión del club, al entender que los méritos deportivos deben primar por encima de cualquier otro criterio”.
El AC Milán se bajó del proyecto unas horas después que el Atleti y el Inter de Milán lo habían hecho.
“Las voces y preocupaciones de los aficionados de todo el mundo sobre la Superliga han sido claras, y el Milán debe ser sensible a la opinión de los amantes de este maravilloso deporte”, dijo el club italiano.
Una realidad en el futuro
La Juventus procedió instantes después, pero sin renunciar a que la Superliga puede hacerse realidad en el futuro. Andrea Agnelli, presidente del equipo de Turín, admitió que tienen pocas posibilidades de continuar con el modelo original; sin embargo defendió las motivaciones que le dieron origen.
Este intento de revuelta se estrelló ante un actor colectivo e ignorado: los aficionados. En Reino Unido fueron contundentes en su rechazo y recibieron el apoyo incondicional del gobierno británico.
El primer ministro Boris Johnson advirtió desde el principio que acudiría a todos recursos disponibles. Si no podían frenarlo directamente, pensaron en alternativas, como aplicar impuestos especiales y obstáculos migratorios para impedir el flujo de los jugadores de esta competencia de élite.
Los más enfáticos, sin embargo, fueron los aficionados que se atrincheraron en estadios e instalaciones de sus clubes y los acusaron de codiciosos, de traicionar a sus seguidores en aras de llenar sus arcas de dinero. En resumen: traicionaron el espíritu popular del futbol.
En desagravio con los aficionados, el dueño del Liverpool, John Henry, difundió un video con sus disculpas: “Lo lamento. Es algo que no olvidaré y ratifica el poder que tienen los hinchas hoy en día y que con todo derecho seguirán teniendo”.
A pesar de la abrumadora realidad, el presidente del Real Madrid y de esta Superliga, Florentino Pérez, aseguró que esta nueva competencia aún existe, pero que permanecerá en pausa. También se mostró sorprendido por la “agresividad” de la UEFA y la liga española.
“La Superliga sigue existiendo, pero el proyecto está en stand by”, indicó Pérez en declaraciones a la Cadena Ser; “creo que no lo hemos presentado bien, pero no nos han dado la oportunidad de explicarlo.
“No puede ser lo de la liga española, que los equipos de arriba perdamos dinero y los demás ganen. La temporada pasada los clubes que firmamos el acuerdo, hemos perdido 650 millones de euros. Este formato no funciona y se nos ocurrió hacer uno con los equipos más importantes de Europa”, agregó.
Pese a la evidencia, Florentino rechazó la renuncia de Juventus y del AC Milán. “La Juventus no se ha ido, ni el Milán tampoco”, además de confirmar que ha mantenido conversaciones con Joan Laporta durante este miércoles para conocer la postura del FC Barcelona, otro de los firmantes.
El colapso del torneo de élite no quedara sólo como anécdota para la UEFA. Parece que habrá medidas contra los rebeldes, según distintas declaraciones de los directivos de la organización. El presidente Aleksander Ceferin incluso sugirió que existe “una pequeña posibilidad” de que la semifinal entre Real Madrid y Chelsea no se juegue la próxima semana. Aunque después mati-zó por los compromisos ya firmados para esos partidos.
“El proyecto ya ha tenido consecuencias de una cierta manera, porque (los clubes fundadores) tienen que vivir con su vergüenza”, declaró Karl-Erik Nilsson, uno de los vicepresidentes de la UEFA, quien anticipó que deben existir otras “consecuencias”.
Para el titular de la liga española, Javier Tebas, todo esto se trató de un “ridículo”. “El concepto de Superliga ha hecho el ridículo y ha demostrado una ignorancia de sus líderes de lo que es la industria y los aficionados en el mundo, no sólo en España”, dijo Tebas.