Nueva York., “Culpable”, fue el veredicto al culminar el juicio contra un policía acusado de matar al afroestadunidense George Floyd al someterlo con la rodilla sobre el cuello durante nueve minutos y 29 segundos ignorando sus súplicas de “no puedo respirar”, hecho que detonó tal vez el movimiento de protesta más grande en la historia de Estados Unidos.
El policía Derek Chauvin, acusado de asesinato, enfrentaba tres cargos; fue declarado culpable de todos en un proceso que trasmitido en vivo desde el tribunal a todo el país. Su libertad bajo fianza fue revocada, fue esposado y escoltado del recinto rumbo a la cárcel.
En un tribunal en Minneapolis, después de que el jurado conformado por 12 personas escuchó a lo largo de tres semanas a 45 testigos, 39 de ellos de la fiscalía, la estrella fue el video que captó el delito en un cruce hace casi un año, el pasado 25 de mayo. Se leyó el veredicto ante fiscales, el acusado y sus abogados y familiares, en una ciudad en la cual las autoridades movilizaron a más de 3 mil elementos de la Guardia Nacional por preocupaciones de expresiones de furia si se exculpaba a un policía más.
La condena será determinará por el juez en ocho semanas y podría ser de entre 12 o hasta más de 40 años de prisión.
La familia de Floyd señaló que el resultado fue un alivio. Philonise, uno de los hermanos de la víctima, declaró: “ahora ya no estoy luchando sólo por George. Estoy luchando por todos alrededor del mundo”. Concluyó: “hoy podemos respirar de nuevo”, en referencia a las últimas palabras de su hermano antes de morir.
El presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris hablaron con la familia de Floyd y poco después ofrecieron un mensaje trasmitido en vivo a la nación. El veredicto, sostuvo, “puede ser un paso gigantesco hacia la justicia en Estados Unidos”, pero advirtió que “no es suficiente” e invitó a redoblar esfuerzos para “confrontar el racismo sistémico” en este país.
Harris subrayó que “Estados Unidos tiene una larga historia de racismo sistémico” y que se requiere reformar el sistema, empezando con el sector judicial. Enfatizó que la injusticia racial no es un asunto sólo de afroestadunidenses, “es un problema para todo estadunidense”.
Afuera del tribunal, al conocerse el veredicto estallaron gritos de júbilo, lágrimas, abrazos, puños en alto, baile y consignas en señal de que se logró un poco de justicia aquí, aunque muchos expresaron que se requieren cambios y reformas mayores antes de que se pueda hablar de “justicia” y superar el racismo en el sistema judicial y policiaco estadunidense.
El fiscal general del estado de Minnesotta, Keith Ellison, cuyos fiscales llevaron el caso contra el policía, aclaró que “no llamaría justicia al veredicto de este martes, ya que ésta implica restauración verdadera, pero sí es un rendimiento de cuentas, lo cual es el primer paso hacia la justicia”. Agregó que esta decisión “nos recuerda que tenemos que lograr un cambio sistémico y social perdurable”.
En la capital, como en otras ciudades a lo largo del país, se desplegaron mayores medidas de seguridad en anticipación a protestas por si se exoneraba al policía. Tiendas y otros comercios cubrieron sus vitrinas y entradas. En Minneapolis se ordenó que las escuelas públicas retornaran a clases virtuales esta semana.
Pero tras el veredicto comenzaron los festejos en varias ciudades y el resultado fue celebrado no sólo por activistas afroestadunidenses, sino que, al igual que el movimiento por las vidas negras, fue un mosaico multirracial. Además de líderes de los derechos civiles históricos como el reverendo Al Sharpton y Jesse Jackson, también se expresaron organizaciones indígenas, latinas, de defensa de inmigrantes, de jóvenes contra la violencia de las armas y religiosos.
El reverendo William Barber, codirector de la Campaña de los Pobres –que resucita la última iniciativa del reverendo Martin Luther King–, declaró que el veredicto “es un acto público de rendimiento de cuentas”, pero insistió en que se requiere una legislación federal para controlar los actos de abuso policial y “trabajar en cada comunidad para trasladar la inversion pública de cada vez más policías en comunidades pobres, negras y morenas a mayor justicia e igualdad para todo el pueblo”.
Una y otra vez líderes del movimiento, políticos y figuras de derechos civiles recordaron que hay un largo camino por recorrer para lograr la justicia ante la violencia policiaca racista en este país.
De hecho, desde que comenzó el juicio de Chauvin el 29 marzo, por lo menos 64 personas han muerto a manos de la policía, con afroestadunidenses y latinos representando más de la mitad, y un promedio de tres muertes por día a manos de las autoridades, calculó el New York Times.
Sólo en los últimos días, otro joven afroestadunidense, Daunte Wright, fue asesinado por una policía tras una violación de tránsito, en un pueblo ubicado a unos cuantos kilómetros de donde se llevaba a cabo el juicio. En Chicago se reveló el video de un niño de 13 años, Adam Toledo, abatido por uniformados en un barrio latino, y esta lista crece cada día, algo que dio origen al movimiento ahora conocido como Black Lives Matter, que nació después del asesinato del joven afroestadunidense Michael Brown en Ferguson, Misuri, en 2014.
Más de mil muertos a manos de la policía
Desde 2013, cada año más de mil personas han muerto por acciones de agentes de seguridad pública, los afroestadunidenses y latinos están sobrerrepresentados en proporción con sus poblaciones. Según un cálculo, los negros son 40 por ciento de las personas desarmadas asesinadas por la policía. La gran mayoría de los responsables son exonerados o sus casos son negociados antes de llevarlos a un juicio. Los críticos llaman a eso impunidad.
Unos días antes del veredicto, Charles Blow, columnista afroestadunidense del New York Times, escribió que “muy poco ha cambiado”, al hacer un recuento de las incesantes noticias casi diarias sobre incidentes letales con policías, sobre todo por afroestadunidenses. “Las noticias de estas muertes no son una interrupción de lo normal, sino una manifestación de lo normal”. Acusó que “nuestros sistemas de cumplimiento de ley, justicia criminal y conciencia comunal se han ajustado a un barbarismo banal. Esto ha producido en mí y muchos otros una furia que no se puede extinguir… Una sociedad que trata tanta muerte de afroestadunidenses a manos del Estado como daño colateral de una guerra justa contra el crimen no tiene ningún decoro… esa sociedad es salvaje. Ahora, la rabia es el único idioma que tengo”.
Pero coincidieron varios líderes de derechos civiles y activistas en que este caso y los cambios ya logrados, incluso colocar el tema al centro del debate nacional, no hubiera llegado a este punto sin las masivas movilizaciones multirraciales. “Ahora nadie puede decir que las protestas no logran nada”, afirmó un activista que celebraba anoche.