El cisma del futbol europeo sufrió su primera derrota. Una sensible que pone en riesgo todo el proyecto de la naciente Superliga que estremeció hace unos días a las organizaciones más poderosas del continente: los seis clubes ingleses que la integraban desertaron de la causa disidente. Primero fue el Manchester City y el rumor de una eventual salida del Chelsea, ambos semifinalistas de la Champions que podían ser expulsados por su rebeldía, pero por la noche se hizo oficial que abandonaban la revuelta.
El Manchester City, Manchester United, Chelsea, Liverpool, Arsenal y Tottenham dejaron profundamente herida a la Superliga, sumida en un ambiente de rechazo por el mundo del futbol y de la política. Quedan todavía los españoles Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid; los italianos, Juventus, Inter de Milán y AC Milán, y sobre todo el presidente de la disidencia, Florentino Pérez, quien horas antes no sólo aseguraba que no le importaba la salida de nadie, sino que confiaba que se sumarían pronto otros dos grandes, París Saint-Germain y Bayern Múnich.
Clima de rechazo
El clima de rechazo en el Reino Unido fue abrumador y puso contra la pared a los clubes que integrarían la nueva competencia. Desde las altas esferas del gobierno británico, el primer ministro Boris Johnson, advirtió que podría todo su empeño en frenar a la Superliga. Asumieron que emprendían una cruzada para defender el futbol como fenóme-no comunitario y estrechamente vinculado a la gente.
Y esa gente, los aficionados, salieron a protestar con genuino rencor ante lo que llamaron un acto de “codicia desmedida” de los equipos más poderosos de la Liga Premier. Sus propios seguidores clausura-ron simbólicamente a sus clubes.
“El primer ministro confirmó que el gobierno no permanecerá inactivo mientras un puñado de propietarios crean su pequeño club privado”, apuntó el gobierno británico antes de que salieran los equipos.
“No se descarta ninguna medida y el gobierno explora todas las posibilidades, incluyendo la opción legislativa, para asegurarse de que esta propuesta sea abandonada”, explicaron los servicios de prensa del primer ministro antes de la desbandada inglesa.
Cuando se hizo oficial la claudicación de las seis plantillas, lo celebraron las autoridades del Reino Unido.
“Es una buena noticia; han entrado en juicio”, tuiteó el ministro de Cultura y Deportes, Oliver Dowden: “Todo lo de la Superliga muestra cuán alejados de la realidad están los dueños. No han sabido anticipar la reacción de los hinchas, jugadores y todo el país. El futbol es para los aficionados”.
Pese a la deserción, la Superliga asegura que seguirá adelante. En un comunicado donde advierten que los ingleses fueron forzados a dejar el torneo, e insisten que el cambio que proponen al futbol europeo es necesario y que representa una oportunidad para enfrentar los estragos que les deja la pandemia.
Giro inesperado
“Pese a la anunciada salida de los clubes ingleses de la competencia, forzados a tomar dicha decisión por causa de la presión a la que han sido sometidos, estamos convencidos de que nuestra propuesta es correcta”.
De acuerdo con esto, se sabe que en la Superliga tienen previsto demandar a los seis equipos.
Fue inesperado este giro en la historia, pues parecía que la Superliga se sumaba su primer triunfo legal al inicio del martes, luego que la justicia española ordenó a la UEFA y la FIFA que no pusieran trabas al inicio de la nueva competencia y que no amenazaran a los clubes fundadores, a sus directivos y jugadores, con sanciones como echarlos de las próximas semifinales de la Champions o impedirles participar en los Mundiales.
La decisión del tribunal madrileño en favor de la Superliga llegó después de que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, respaldó a la UEFA y dijo que los clubes fundadores afrontarían las consecuencias. “Estás dentro o estás fuera. No puedes estar mitad dentro y mitad fuera”, agregó Infantino.
Antes de esta vuelta de tuerca, el titular de la UEFA, Aleksander Ceferin, se dirigió también a los dueños de los seis clubes ingleses de la Superliga a que desistieran.
“Lo que importa es que todavía hay tiempo para cambiar de opinión. Todos cometemos errores”, dijo.
Ceferin criticó al grupo de dueños de los clubes ingleses disidentes –integrado por multimillonarios estadunidenses, realeza de Oriente Medio y un oligarca ruso– y les recriminó: “Caballeros, han cometido un gran error”.
Cuando la salida de los equipos ingleses no pasaba de ser un rumor, Florentino Pérez, presidente de la Superliga, respondió que no le preocupaba que nadie la abandonara.
“La situación es tan grave que todos están de acuerdo en llevar a cabo este proyecto y buscar una solución”, dijo Florentino; “nadie fue presionado”.
Sin embargo, el titular del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, fue enfático y dijo que se oponía a romper con la UEFA y consideraba que la nueva competencia no resolvía los problemas que todos enfrentan.
“El París Saint Germain tiene la firme convicción de que el futbol es un deporte para todos. Hay que recordar que como club de futbol somos una familia y una comunidad, cuyo corazón son nuestros hinchas, y debemos recordar eso”, señaló Al-Khelaïfi en un comunicado en la web del club.
Y mientras los jugadores del Liverpool cerraban este agitado martes con un mensaje en el que refrendaban su compromiso con sus seguidores. Los Reds, uno de los clubes con mayor identificación entre institución y aficionados cuyo himno es You'll Never Walk Alone (Nunca caminarás solo), les escribieron:
“A nosotros no nos gusta (la Superliga), no queremos que ocurra. Es nuestra postura colectiva. Nuestro compromiso por este club y sus seguidores es absoluto e incondicional”.