Tres. Retomo y amplío la frase final de mi artículo anterior: sostenemos que la historia escolar debe ser un medio para ubicar al alumno en su presente y permitirle intervenir en la construcción de un futuro personal y social. Esta historia se enfocará en la construcción de una ciudadanía informada, crítica, participativa y comunitaria. Una historia que permita a los alumnos estar conscientes de cómo nuestro presente está íntimamente ligado a los caminos que otras generaciones fueron abriendo, y que muestre que dicha relación brinda la oportunidad de construir el futuro.
Más allá del ejercicio académico se espera que el pensamiento histórico fomente la participación de los alumnos en la discusión y solución de los problemas que afectan a su comunidad y, a un nivel más general, al país. Se busca generar en ellos sentidos de identidad y pertenencia para construir proyectos comunes. En fin: una historia maestra de la vida, que eduque en valores, como insistían mis maestros Álvaro Matute (qepd) y Javier Garciadiego (https://cutt.ly/cvIqNNQ). ¿Qué valores? Los que se desprenden de lo escrito hasta aquí, los de un Estado liberal, democrático, laico, incluyente y tolerante.
Pensamos que los más graves problemas detectados en los planes de estudio de historia y sus correspondientes libros de texto son: a) su separación de la realidad de los estudiantes, y por tanto, su carácter de aprendizaje de algo ajeno y sin sentido, que lo vuelve particularmente aburrido; b) su carácter “progresivo” y “lineal”, que nos hace creer que la historia y las acciones de los hombres tienen un “sentido” y que nuestro presente es el mejor mundo posible; c) son eurocéntricos, machistas y están centrados en la historia política de las élites, excluyendo o minimizando la acción de las mujeres, los trabajadores, los pueblos, las minorías étnicas (que resulta que no eran minorías hace no mucho, en términos históricos), las diversidades regionales y lingüísticas, etcétera; d) en los casos de aprendizaje por competencias, la desmesura de las mismas, y e) tienen un carácter pretendidamente enciclopédico.
Sobre los dos últimos aspectos pensamos que muchas de las críticas yerran el blanco, pues se centran en reclamar que faltan en los libros de texto éste o aquel hecho, que quisieran que se sumara a la extensión de una enseñanza que citando el título de uno de los más serviles falsificadores de la historia, iría “de los olmecas a Salinas”. Respondemos que entre más temas tenga un plan de estudios, más superficial se vuelve y hace imposible profundizar con sentido crítico en ninguno, además de que reitera la idea del aprendizaje de la historia como memorización de datos sin sentido.
¿Cómo pensamos los planes de estudio y sus consiguientes libros de texto? De cuarto de primaria a tercero de secundaria, un plan que busque la formación de los valores antecitados y que sea, junto con la materia de lengua materna, constructor del hábito de lectura (pensamos más en un libro de textos, en plural, de historia narrativa); y que hacia finales de la secundaria y en la educación media superior, que se añada a lo anterior la construcción de sentido crítico a través de la enseñanza de la clave de la comprensión histórica: la crítica y confrontación de fuentes.
4. Proponemos: a) formar la conciencia histórica en los estudiantes que propicie un compromiso ético con el presente común y con las generaciones por venir; b) fomentar una visión de la historia sujeta a debate y en permanente construcción; c) valorar las acciones de las generaciones que nos antecedieron, en condiciones y circunstancias distintas, para construir una sociedad más libre, equitativa y democrática; d) romper con la historia oficial que impone una visión y un discurso partidista; e) promover el conocimiento, la investigación, la discusión y la difusión de una historia crítica, plural, reflexiva, incluyente, que sea reflejo de la pluralidad étnica, religiosa, cultural, sexual de la sociedad mexicana; f) retomar las historias de los pueblos mexicanos y de los sectores y grupos sociales étnicos, religiosos y de género que han estado ausentes; g) promover la enseñanza de la historia nacional entendida como procesos, construida por la acción de actores colectivos, de comunidades, a través de proyectos distintos, con avances y retrocesos; h) priorizar la identidad de Estado plural y no la de Estado nación, e i) construir identidad a partir de la reflexión colectiva sobre la historia, en un proceso en que se parta del presente para establecer un vaso comunicante que permita dialogar sobre lo que somos y queremos ser.
Pd: Este trabajo, que proponía pensar las cosas lentamente y procesarlas con los maestros, las normales, la CNTE y la SEP, se hizo en 2019. No está relacionado con las actuales convocatorias y procesos. Por tanto, por si es de su interés, envío copia a @delfinagomeza y @MarxArriaga
Pd2: Mi cuenta de Twitter @HistoriaPedro fue hackeada. Pueden leerme en @sangines_pedro.