El anuncio de la creación de la Superliga europea es una declaración de guerra contra la estructura tradicional –comercial y deportiva– del futbol europeo. Un cisma que amenaza romper una industria multimillonaria dirigida por la UEFA y que ha escalado al terreno de la política, donde algunos mandatarios se han comprometido a defender el sistema tradicional de competencia y contra lo que consideran un atentado a las raíces democráticas del futbol.
La nueva competencia sería exclusiva para la élite del futbol europeo, los más espectaculares y con las fortunas más robustas. Doce clubes son los fundadores de la Superliga con los ingleses Arsenal, Chelsea, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham Hotspur, los españoles Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, y los italianos Juventus, AC Milán e Inter de Milán. Es decir los clubes y sus estrellas, las más atractivas de la competencia actual de la UEFA.
El formato pretende incluir a tres escuadras más como parte medular de la competencia y cinco que serían invitados según su desempeño en sus competencias locales.
Las reacciones deportivas, políticas y económicas son abrumadoras. En el terreno financiero, donde dos equipos disidentes cotizan en mercados bursátiles, la Juventus y Manchester United, cerraron este lunes con sus acciones al alza.
Desde el costado más idealista, el entrenador del Leeds, Marcelo Bielsa, un hombre de futbol con un pensamiento agudo, defiende sobre todo el concepto de competencia que estaría en riesgo con la aparición de un torneo elitista.
El Loco Bielsa considera que la creación de este supertorneo es un síntoma de la lógica imperante del mundo contemporáneo, donde –dijo– los poderosos se hacen cada vez más ricos y los pobres los son cada vez más.“Los poderosos lo son por lo que producen, pero el resto son indispensables”, sentenció Bielsa.
En la trinchera política, la UEFA recibió el apoyo de los gobiernos de aquellos países cuyos clubes están involucrados. El mandatario británico Boris Johnson advirtió que no es una buena noticia para los aficionados ni para el futbol la creación de este torneo de poderosos. Además, indicó, considera invocar la ley de competencia para bloquear esa creación de la Superliga, que incluye a seis equipos ingleses.
“Estos clubes no son sólo grandes marcas globales, sino equipos que se originaron históricamente en sus pequeñas y grandes ciudades, tienen un vínculo estrecho con sus comunidades”, expresó el primer ministro; “haremos lo que sea necesario para proteger nuestro futbol nacional”.
La Liga, que el domingo hizo pública su postura de rechazo al nuevo torneo continental, recibió el apoyo del gobierno español. En un comunicado, la administración de Pedro Sánchez declaró que no apoyará la iniciativa de la Superliga.
Dicha postura también la refuerzan los gobiernos de Italia y de Francia, cuyo presidente Emmanuel Macron celebró que los clubes de su país no estén en la disidencia.
En la liga francesa milita el París Saint Germain, otro grande que bien podría ser uno de los invitados permanentes al nuevo torneo, pero que no lo apoyan; lo mismo que los equipos de la Bundesliga alemana, donde figura otro gran protagonista continental como el Bayern Munich.
En el comunicado de la Superliga el domingo asentaron que su intención, además de elevar el nivel de competencia con este nuevo torneo, buscaría hacer más justas y redituables las ganancias para los participantes, sobre todo después del golpe que representó la pandemia de Covid.
Florentino Pérez, mandamás del Real Madrid y nombrado presidente de la naciente Superliga, argumentó que ésta surgió como solución a una mala situación que atraviesa el futbol. Recordó que “cuando no tienes más ingresos que los de la televisión, la única manera de rentabilizarlos es haciendo partidos más competitivos y con más atractivo entre los grandes clubes.
“Llegamos a la conclusión de que si, en vez de hacer entre semanSa la Champions hacemos una Superliga entre los grandes clubes, seríamos capaces de paliar los ingresos que hemos perdido”, añadió.
En el popular programa El Chiringuito, Pérez fue partidario de la adaptación del balompié a las circunstancias del presente.
“El futbol tiene que ir cambiando y adaptándose a los tiempos. El futbol pierde interés. Hay que hacer algo”, declaró Pérez.
“Es el único deporte que es global. La televisión tiene que cambiar para adaptarnos a los tiempos. Debemos pensar en las razones de por qué los jóvenes de 16 a 24 años ya no tienen interés en el futbol”, añadió el directivo. Hay muchos partidos de escasa calidad y muchas otras plataformas El futbol tiene que cambiar ”, insistió. Otro ámbito que resiente los efectos de este terremoto es el negocio de las cadenas televisivas, que han gastado miles de millones de dólares para transmitir los partidos de la Champions y que pondría en riesgo sus inversiones en una competencia sin las figuras que atraen a las masas.
El Financial Times informó que los organizadores de la Superliga han conversado para llegar a acuerdos con empresas como Amazon, Facebook, Disney y Sky, que generarían ingresos anuales de 4 mil 800 millones de dólares.