Las mascotas pueden vincularse fácilmente con los humanos, pero cuando un pulpo salvaje se hace amigo de un buceador y se convierte en su guía personal, la historia consigue una nominación al mejor documental en la entrega de los Óscar del próximo domingo.
Mi maestro el pulpo, que llevó 10 años de filmación, comenzó como un proyecto personal de video del cineasta sudafricano Craig Foster para reavivar su conexión con la naturaleza, tras observar a una curiosa hembra de molusco mientras buceaba cerca de Ciudad del Cabo.
El animal compartió con él su vida secreta en un bosque de algas marinas todos los días durante un año antes de su muerte, luego de aparearse y poner huevos. Se desarrolló un lazo profundo entre ellos.
Foster dijo que su relación con el pulpo le enseñó sobre la fragilidad de la vida y nuestra conexión con la naturaleza, lo que incluso le ayudó a ser mejor padre.
“Lo realmente extraño es que, a medida que te acercas a ellos, te das cuenta de que somos muy similares en muchos aspectos”, dijo el cineasta.
“Tenía que hacer un cambio radical en mi vida, y la única forma en que descubrí cómo hacerlo fue estando con el animal en el océano”, agregó.
Craig Foster, quien lamentó la pérdida de su amistad con la madre pulpo, mostró sus tres mil horas de imágenes a su compañera de buceo y directora Pippa Ehrlich, quien grabó material adicional del paisaje debajo de las frías aguas de False Bay, cerca de la casa del cineasta.
“Hubo momentos en los que estaba editando y me emocionaba en ciertas escenas –dijo Ehrlich–. Ya sabes, cuando pierde su pierna. La escena final desde que juega con el pez hasta su muerte. Creo que lloré cuando estaba editando eso”, agregó.
Cuando una historia tiene tanto impacto en alguien que ya está tan familiarizado, “sabes que tienes algo poderoso”, dijo.
El documental de Netflix atrajo a una audiencia sorpresivamente amplia antes de ganar un premio Bafta.