La escritora estadunidense Michaela Carter presentó desde San Francisco, el libro Leonora in the morning light (Avid Reader Press/Simon Schuster, 2021), novela de ficción histórica que narra a tres voces el periodo de la vida de la pintora Leonora Carrington en que mantuvo una relación con el pintor alemán Max Ernst.
En la vivienda de la pintora surrealista, recién anunciada como Casa Estudio, había una habitación donde guardaba el retrato Leonora in the morning light (Leonora en la luz de la mañana), que le hizo su entonces pareja Max Ernst (1891-1976) en 1940.
Wendy Norris, directora de la galería en San Francisco, Estados Unidos, que lleva su nombre, quien trató a la también escultora durante la última década de su vida, recordó este hecho en la presentación virtual de la novela de Michaela Carter, que recrea la vida de Carrington de los 20 a los 26 años, época en la que sostenía su relación con el afamado pintor surrealista alemán.
“Leonora tenía el cuadro detrás de una puerta cerrada con llave en su casa de la Ciudad de México. Además, usaba un collar con las llaves. Si ella te permitía entrar a ese cuarto secreto, es porque habías hecho algo bien ese día. Fui una de las personas que accedió a la habitación.”
Norris agregó que Carrington fue un artista “prolífica” –produjo más de 2 mil piezas–; sin embargo, nunca quiso hablar de su obra ni de Max Ernst. “Estos eran dos temas prohibidos por lo menos en el tiempo en que la traté”.
Leonora in the morning light está narrado en tres voces: la de la protagonista, la de Ernst y la de la coleccionista Peggy Guggenheim, primera en comprarle una obra y segunda esposa de Ernst.
La idea de la musa
Cuando Carter empezó a investigar a los surrealistas llamó su atención que “todos eran hombres”. Así que se fue a Europa para descubrir “quiénes eran las mujeres”. Vio un cuadro de Carrington en el Tate Modern, en la sección de surrealistas, el cual le impactó, y se preguntó por qué no la conocía.
Escritora, pintora y poeta, Carter ya trabajaba en una protagonista ficticia con la idea de “poner de cabeza la idea de la musa”. Si la autora decidió escribir sobre Carrington mediante la ficción histórica, se debe a su amor por “adentrarse en las personas e investigar sus sentimientos. También estudié actuación. Quise saber quién era Leonora de adentro hacia afuera. Fue una experiencia increíble dedicar seis años a revisar su vida, en un intento de entender cuáles eran sus sueños, cuáles eran esos elementos inconscientes que llegaron a su arte”.
La novela aborda los primeros seis años de la producción artística de Carrington. Es un momento en que se rebela contra su padre, conoce a Ernst y se enamora; es un momento de madurez. “Leonora necesitaba de la aprobación de Max, para entonces un artista establecido. Ella no era tan segura de sí misma como se volvió después. Transitó de aprendiz a maestra. Algunas de las obras que pintó al llegar a México son impresionantes en comparación”, señaló Carter.
En este estire y afloje entre el amor y la razón, en la segunda mitad del libro, es cuando entra en escena Peggy Guggenheim, y lo hace como la “parte razonable, alguien con quien las personas ‘normales’ podrían relacionarse. Fue divertido ver a Max y a Leonora a través de sus ojos”.