Santiago. Con 102 mil millones de dólares invertidos por las administradoras de fondos de pensiones (AFP) en los seis mayores grupos económicos de Chile, los ahorros previsionales resultaron fundamentales para financiar a precio mínimo el crecimiento y la expansión por Latinoamérica de esos conglomerados, y de paso consolidando el régimen neoliberal, señalan expertos.
La cifra equivale a 52.4 por ciento del total de cotizaciones previsionales –200 mil millones de dólares– de 11 millones de trabajadores y que se acumularon en 40 años de existencia del modelo chileno de pensiones, creado en la dictadura de Augusto Pinochet, basado en la capitalización de cuentas individuales y que terminó con los sistemas intergeneracionales.
Cuando las AFP comenzaron, en 1982, la economía chilena estaba quebrada y sumida en recesión, la cesantía llegó a más de 20 por ciento de la fuerza laboral y los mayores grupos económicos fueron intervenidos por el Estado y finalmente disueltos.
“Para entender el crecimiento de los grupos económicos, es fundamental el sistema de capitalización individual, que durante 40 años puso importantes recursos a su disposición. Sin duda el potencial de esos grupos se explica por las AFP, pero no hay que olvidar que hasta 2014 la carga tributaria fue leve y eso también las favoreció, dice el economista Eugenio Rivera, director del Programa Económico de la Fundación Chile 21.
Las AFP financian a las grandes empresas, muchas de ellas cuasi monopólicas, por la vía de adquirir bonos de deuda y significativas cuotas de acciones, de entre 10 y 20 por ciento del capital. Pero eso “no les da la posibilidad de controlar a las empresas y normalmente los directores que nombran las AFP funcionan coordinados con los representantes de los controladores, casi no hay registro de conflictos”, explica.
Rivera también hace ver que eso fue determinante para la expansión regional. “Las empresas trasnacionales de origen latino son 20 por ciento chilenas, si eso se compara con que la población (19 millones) es apenas 3 por ciento del total latinoamericano, se observa el poder que el sistema de AFP les ha dado”, señala.
Marco Kremerman, economista e investigador de la Fundación Sol, dice que el modelo de concentración neoliberal no hubiese existido sin las AFP. “Se requirió de un capital inicial que recibió por distintas vías: subsidios directos del Estado, privatización fraudulenta de empresas públicas, casi a costo cero; instituciones que permitieran la acumulación sin mayor contrapeso –por ejemplo, relaciones laborales con sindicatos marginales, sin capacidad de negociación–; un sistema tributario con bajos impuestos y posibles de eludir, y un modelo de pensiones como caja financiera cuantiosa y de bajo costo, usando las cotizaciones de los trabajadores para comprar acciones, bonos de deuda, depósitos a plazo, permitiendo a los grupos crecer”, resume.
“No hay en el mundo nada parecido. Mientras la tarea de los diferentes sistemas es proveer pensiones, en Chile su papel es dinamizar el mercado de capitales y financiar a los grandes grupos, ser un gran apalancador. Hoy pese a los dos retiros previos por 36 mil millones de dólares, las AFP siguen administrando 207 mil millones, que equivalen a más de 75 por ciento del PIB de Chile, ad portas de un tercer retiro y pese a estar impugnadas”, agrega.
Kremerman se refiere a la discusión en proceso en el Parlamento –acaba de ser aprobado por la Cámara de Diputados y ahora está en el Senado– que posibilitará a los ahorradores a exigir a las AFP el reintegro de hasta 10 por ciento de sus recursos, como medida extraordinaria para paliar el desempleo y el empobrecimiento de las familias.
“Los retiros están cumpliendo un papel de salvataje a los grupos económicos. Si no se hubiesen producido, el Estado o dejaba que los hogares continuaran hundiéndose, o hubiese tenido que aplicar una política pública universal, entregando una renta básica universal por un monto suficiente de sustitución de ingresos”, dice.
Hay tres herramientas para eso: usar los ahorros públicos –Chile tiene disponibles 19 mil millones de dólares en fondos soberanos–, mayor endeudamiento público –Chile es uno de los países del mundo con menor deuda pública, la mitad que otros países con ingreso per capita semejante– y la tercera, “aumentar los impuestos de manera estructural o temporalmente a los superricos, también el royalty minero y eliminar exenciones tributarias. Eso sí afectaba a los grupos económicos, por tanto los retiros han disminuido esa presión”.
Para Kremerman, después de 40 años “los únicos objetivos que han cumplido –las AFP– son capitalizar a los grupos económicos y, en caso de crisis económica, impedir que el Estado aumente impuestos a los más ricos y sirva como un catalizador de recursos para que los trabajadores se autoayuden. En ese sentido las AFP y el gobierno se están moviendo estratégicamente para que el sistema siga, pero estamos en una crisis y eso probablemente no podrá suceder”.