Valle de Bravo, Méx., A las orillas de la Presa Villa Victoria, bajo un sol riguroso, doña Nicolasa Mondragón Díaz se afana en dejar la ropa de su familia tan limpia como sea posible. Con la ayuda de un cepillo y de la fricción de sus propias manos va sacando de a poco las manchas y enjuaga las prendas con el agua que este embalse le ha dado durante casi toda su vida.
La historia de esta mujer y la de la presa son, de alguna forma, paralelas. Ella es de las pocas personas que conoció este valle cuando aquí no había más que tierras de cultivo, y fueron las manos de su padre, junto a muchas otras, las que hace 77 años construyeron los muros que hoy retienen un cuerpo líquido que esta tarde de abril se nota escaso.
“En 20 años, es la primera vez que la veo a ese nivel”, cuenta Nicolasa, y aunque admite que la situación le preocupa, porque “se ocupa el agua para todo”, no deja de pensar que los habitantes de la Ciudad de México podrían pasarla todavía peor. “Ustedes allá son muchos, ¿no?”, pregunta sólo para confirmar.
También a la vera de la laguna artificial –que tiene una capacidad de 185 millones de litros cúbicos y forma parte del Sistema Cutzamala– está José Miguel, uno de los nietos de Nicolasa.
Junto con su hermano menor y otros niños, este chico de ceño fruncido atrapa alguno peces que pican en la presa y se queda mirando con insistencia la línea gris que marca el punto donde normalmente debería estar el agua: son varios metros arriba de donde hoy está.
Durante un recorrido hecho por La Jornada por algunas de las zonas e instalaciones que forman parte del Sistema Cutzamala –de donde se obtiene 33 por ciento del abasto de agua de la capital del país–, se constató que muchas de las presas de dicho complejo tienen un nivel claramente bajo.
De acuerdo con Víctor Javier Burguete Ortiz, director del Organismo de Cuencas de Agua del Valle de México, las tres presas que existen en la zona están por debajo del punto en el que generalmente se encuentran en esta época del año, según datos del 14 de abril.
La de Villa Victoria está hoy sólo a 33.9 por ciento de su capacidad, cuando lo normal para estas fechas es de 63.4 por ciento, y la de El Bosque, está en 36.3 por ciento, contra los 45.9 por ciento que debería tener.
Pero el ejemplo más claro de la falta de agua que ha generado la escasez de lluvias es la de Valle de Bravo –la cual también es un importante atracción turística–, pues en vez de estar a su promedio de 81.5 por ciento en esta época, está a sólo 54.4 por ciento. Ahora, la media general de las tres es de 44.8 por ciento, contra 68 por ciento esperado.
“Ya estamos en el estiaje y es de los niveles más bajos a lo largo del año. Además, 2021 ha sido el más bajo en los últimos 25 años y esto tiene que ver en buena medida con que en 2020 las lluvias estuvieron por abajo del promedio, y eso se reflejó en los pocos escurrimientos y cantidad de agua que llegó a los almacenamientos”, explicó el funcionario en entrevista.
Para hacer frente a la escasez, dijo, los responsables del Sistema Cutzamala llegaron a un acuerdo con las autoridades capitalinas y mexiquenses, y desde diciembre pasado comenzaron a enviar un flujo de 14.8 metros cúbicos de agua por segundo, el cual se mantendrá así hasta mayo próximo, para después bajarlo a partir de junio a 13.2.
La situación podría empezar a mejorar a partir de julio, señaló, pues de acuerdo con los cálculos del Servicio Meteorológico Nacional, en ese momento “va a haber una recuperación importante en los niveles de lluvia. Nos dijeron que este será un año ligeramente por arriba de la media; ojalá se cumplan los pronósticos y eso permita recuperar los niveles de las presas”.
A decir de Burguete, a pesar del bajo nivel de disponibilidad del líquido, no se tiene programado ningún racionamiento extra en estas semanas. “A la Ciudad de México le bajamos un poco el caudal, pero no lo quitamos de tajo, como en otros tiempos. El próximo recorte que tenemos programado será por ahí de junio, pero no será total, así que la población no lo resentirá”.