En estos tiempos aciagos, impacta positivamente la noticia que llega de Pekín: la economía de China reportó un crecimiento de 18.3 por ciento interanual en el primer trimestre de 2021, producto de la fuerte demanda nacional y extranjera que impulsó la recuperación desde una base baja registrada en el inicio de 2020, de acuerdo con el Buró Nacional de Estadísticas de la nación asiática, el cual celebra que “hemos tenido un buen comienzo de año”.
Con tal crecimiento, que “jala” a otras economías, el producto interno bruto (PIB) del gigante asiático suma 3.8 billones de dólares en el primer trimestre. No es ocioso recordar que China fue el único país a escala global que no reportó números rojos en 2020 (de hecho, fueron positivos en 2 por ciento), si bien desaceleró su ritmo de crecimiento. Sin embargo, con base en el resultado trimestral de 2021 el Dragón se mantendrá como el motor económico de buena parte del planeta.
En el primer trimestre de 2020 la economía china mordió el polvo, al registrar una caída cercana a 7 por ciento. Sin embargo, a partir del segundo trimestre de ese mismo año el crecimiento del PIB ha sido sostenido y todo apunta a que en 2021 recuperará el ya tradicional ritmo de avance ininterrumpido.
Como se ha comentado en este espacio, a raíz de las profundas transformaciones que China puso en práctica a partir de finales de los años 70 del siglo pasado, su economía se convirtió en la de mayor crecimiento en el mundo (con tasas anuales de 10 por ciento, en promedio) y de ser una nación empobrecida se convirtió en una potencia económica, financiera, científica, tecnológica, y militar que la ha emparejado (algunos analistas consideran que la palabra correcta es superado) a Estados Unidos.
De hecho, como aquí se publicó, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la OCDE y otras instituciones divulgaron un informe ( Programa de Comparación Internacional: Paridad de Poder Adquisitivo –PPA– y tamaño de las economías mundiales, con información al cierre de 2017) en el que se destaca que China es ya la primera potencia económica del planeta, si bien, comparativamente, la distancia con Estados Unidos aún es pequeña.
Tal informe señala que al cierre de 2017 el producto interno bruto de China se ubicó en 19 billones 617 mil millones de dólares, medidos en paridad de poder adquisitivo, mientras en el mismo periodo el PIB estadunidense sumó 19 billones 519 mil millones, diferencia favorable a la nación asiática de medio punto porcentual. Ambas economías representaron un tercio de la global. También revela que la tercera potencia económica mundial es India (con poco más de 8 billones de dólares), que por sí sola representa 7 por ciento del producto interno bruto global, cuando se mide por paridad de poder adquisitivo. En orden de relevancia le siguen la economía japonesa (más de 5 billones de dólares, cerca de 4 por ciento del PIB mundial), la alemana (4.4 billones, igual a 3.7 por ciento) y la rusa (alrededor de 4 billones, representativos de 3.2 por ciento).
De entonces a la fecha, el crecimiento de la economía china no se detuvo, salvo en el primer trimestre de 2020. No hay que dejar a un lado que a lo largo de las últimas cuatro décadas el gigante asiático mantiene un avance inigualado por la comunidad de naciones.
Las rebanadas del pastel
En la Secretaría del Trabajo no pueden ocultar al gigantesco elefante llamado conflicto de intereses. Rebasó toda proporción y a las denuncias cotidianas se suman las de representantes de trabajadores telefonistas y universitarios disidentes, por “la pasividad de Luisa María Alcalde para llevar a la práctica la reforma laboral de 2019, así como la injerencia de su padre, Arturo Alcalde Justiniani, quien lleva una labor de asesoría de muchos años con diferentes gremios y difícilmente buscará cambios al modelo sindical de México. La omisión, demostrada ante las demandas y problemáticas, no es algo fortuito, sino producto de una relación estrecha entre las diferentes direcciones sindicales arcaicas y desfasadas con el padre y representante de facto de la secretaria del Trabajo, Arturo Alcalde Justiniani”, conocido como el titiritero ( La Jornada, Jared Laureles). ¿Y en Palacio Nacional no lo han registrado?