Ya en sus primeras dos películas, Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017), no exhibidas en México, aunque la primera se puede ver en la plataforma Mubi, la cineasta estadunidense de origen chino Chloé Zhao había mostrado su fascinación por los paisajes del Oeste, así como su tendencia a no seguir un argumento convencional y dejar que la observación documental del comportamiento de sus personajes fuese tejiendo una historia.
La promesa planteada en ambas se cumple en Nomadland, una perspectiva compasiva y solidaria de los desempleados de la despiadada economía estadunidense, que se ven forzados a recorrer un amplio territorio en sus vehículos y vivir de trabajos ocasionales. Dicha mirada se centra en Fern (Frances McDormand), una sexagenaria viuda quien, tras el desplome económico de su pueblo en Nevada, hace de su modesta camioneta su hogar y se dedica a recorrer los estados de Nebraska, Dakota del Sur, Arizona y California.
Dispuesta a trabajar de lo que sea, Fern igual consigue chamba en Amazon empacando paquetes o labora en el cultivo de betabeles. El chiste es sobrevivir a toda costa, lejos de la comodidad de un hogar (una escena la muestra en el incómodo proceso de defecar en una cubeta), pero sin sentir lástima por sí misma. La mujer es como una de esas viejas pioneras que antes recorrieron el territorio estadunidense con un espíritu similar. Incluso en el par de ocasiones en que a Fern se le ofrece una recámara con todas las de la ley, ella se siente incómoda y prefiere dormir en el compacto espacio de su camioneta.
Nomadland funcionaría como un western moderno si no fuera porque no hay antagonistas en esa existencia trashumante. Como en sus anteriores esfuerzos, Zhao incorpora una mirada documental por la cual los demás personajes con quienes interactúa la protagonista no son actores, sino personas reales interpretándose a sí mismas. Como Swankie, una mujer que se sabe desahuciada por un cáncer, pero recuerda con cariño todo lo visto en el camino. O Bob Wells, una especie de gurú de la vida nómada, quien hace tutoriales en YouTube para los peregrinos en potencia. Dice mucho a favor de la actuación de McDormand que ella se inserta con toda naturalidad en ese contexto, aportando una buena dosis de entereza y melancolía.
Con el soporte de su acostumbrado fotógrafo Joshua James Richards, Zhoe gusta de filmar en la “hora mágica”, es decir, bajo la luz del alba o el ocaso. Esa elección estética le brinda un tono crepuscular a la mayoría de las secuencias, como sugiriendo una forma de vida en trance de desaparecer.
La cineasta no tiene una urgencia narrativa, sino que se ajusta a la cualidad deambulatoria de su protagonista. Eso puede incomodar al espectador que busque un contenido dramático más explícito, pero funciona en esa modalidad a medio camino entre el documental y la ficción.
Dicho eso, uno no concibe a Chloé Zhao haciendo una película para el universo Marvel. Pero ese es su siguiente proyecto, llamado Eternals. Ya veremos si consigue mantener su individualidad artística, o si va a doblar las manos a las demandas de la gran industria.
Nomadland
D: Chloé Zhao/ G: Chloé Zhao, basado en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century, de Jessica Bruder/ F. en C: Joshua James Richards/ M: Ludovico Einaudi/ Ed. Chloé Zhao/ Con: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Patricia Grier, Bob Wells/ P: Cor Cordium Productions, Hear/Say Productions, Highwayman Films. EEUU, 2020.
Twitter: @walyder