La producción de alimentos en el país podría caer sólo entre 1 y 3 por ciento al dejar de usar el herbicida glifosato, ya que esto ha sucedido en otras naciones que han comenzado a desplazar el químico en el agro; no será de entre 40 y 60 por ciento como dicen algunos sectores, señaló Luis García Barrios, director regional sureste de Conacyt. 50 por ciento del glifosato importado se aplica en maíz (35 por ciento) y cítricos (15 por ciento), precisó.
Explicó que entre 2010 y 2019 el país importó 178 mil 470 toneladas de glifosato, y más de la mitad de las importaciones las realizó Bayer-Monsanto. El glifosato es una sustancia clasificada como probable carcinógeno por la OMS y se ha utilizado para retirar arvenses, hierbas que crecen alrededor de los cultivos.
Durante la Semana de la Agroecología, organizada por la Semarnat, con el tema “Sí hay alternativas al glifosato: fortalecer y desarrollar el aprovechamiento y manejo ecológico de arvenses”, García Barrios dijo que las arvenses son plantas que han coevolucionado con los cultivos y cuando no se manejan adecuadamente pueden mermar el rendimiento de éstos, pero con prácticas de manejo adecuado pueden coexistir.
Consideró que la adopción del glifosato para atacar las arvenses tienen que ver con que para la gran agricultura comercial prevalece el modelo de ganancias extraordinarias en cada eslabón de la cadena sin reparar en las externalidades, mientras que en la agricultura de autoabasto fue promovida agresivamente por las corporaciones aprovechando las políticas que propiciaron el éxodo rural y con la noción de que es la mejor y única opción para manejar las arvenses y hacer rentable la producción.
Por su parte, Leticia López, de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, sostuvo que actualmente hay urgencia por producir alimentos sanos e inocuos, modificando las formas de producción y alimentación, con un nuevo sistema agroalimentario y nutricional para combatir la pandemia de obesidad y desnutrición.