Mariana Mazzucato es una economista keynesiana heterodoxa, que usa las categorías y conceptos de Marx a troche y moche. Empezó a ser conocida como asesora de Jeremy Corbin, pero no duró mucho en el cargo. Se ha convertido en una superstar de “centro-izquierda” asesorando a personalidades políticas como Alexandria Ocasio-Cortez, Elizabeth Warren o la lideresa nacionalista escocesa Nicola Sturgeon. El diario London Times dijo que es “admirada por Bill Gates, consultada por gobiernos, [y] es una experta con la que otros discuten a su propio riesgo”.
Ahora está en el orden del día de algunos gobiernos de países “desarrollados”, con esta tesis: “En lugar de actuar como inversores de primera opción, ha habido demasiados gobiernos que se han convertido en prestamistas pasivos de última opción, encarando los problemas sólo una vez que han surgido. Pero como deberíamos haber aprendido durante la Gran Recesión posterior a 2008, cuesta bastante más rescatar las economías nacionales durante una crisis de lo que cuesta mantener un enfoque proactivo de la inversión pública”. Mazzucato recomienda infraestructuras e inversión verde, y atención pública a las necesidades sociales. Si es preciso, reformas fiscales. Con o sin su asesoría, eso parecen haber emprendido las potencias centrales. Y la ortodoxia neoliberal delira.
La democracia liberal triunfante como punto final de la historia se halla en punto muerto. Las millonarias fuerzas que la sostienen no hallan puertas ni puentes en parte alguna que pueda volverlas al cauce de su mundo feliz, con las mayorías muriendo de hambre: no tienen plan de futuro. Esas fuerzas no están derrotadas, continúan con el sartén por el mango, aunque el sartén esté seriamente abollado. ¿El plan de infraestructuras y la inversión verde las sacará de su marasmo? Un repunte en Estados Unidos (EU) después del bajón pandémico, sí está a la vista.
Pero, ¿tienen los países centrales una nueva ruta para un restart del crecimiento capitalista? Las sumas billonarias de gasto de EU y la Unión Europea continuarán inflando de dinero las talegas de quienes ya son estrafalaria y obscenamente ricos. Se hincharon con la pandemia, y será un Guinness de enriquecimiento el que tendrán con el proyecto de gasto hiperkeynesiano. Pero ese gasto tendrá lugar en un marco internacional de instituciones financieras neoliberal, donde reina la especulación y la estafa brusátil, y unas agencias calificadoras manteniendo a raya al mundo periférico. No hay nueva ruta para la acumulación capitalista.
Durante 2009-2019 las economías industrialmente desarrolladas vivieron su lapso de expansión más largo desde 1945, aunque las economías “emergentes” grandes, como México Argentina, Brasil o Rusia ya estaban en recesión junto con Japón, al final de ese lapso; fue el curso de expansión más débil desde la posguerra con un promedio de 2 por ciento anual, admitido como “estancamiento secular”, término acuñado por Alvin Hansen en 1930.
Con las tasas de interés aplanadas y las inmensas inyecciones de dinero crediticio por parte de los bancos centrales, las empresas han elevado verticalmente sus niveles de deuda durante el cierre por el Covid-19 y lo han invertido en recomprar sus propias acciones o activos financieros, no en la actividad productiva. La financierización neoliberal ha dado forma a un capitalismo parasitario. Y esos parásitos financieros son las fuerzas políticas mayores hoy.
Parece complicado que esas sociedades recojan las prescripciones de Mazzucato: los gobiernos, dice, no deben “repetir los fracasos asociados con la economía digital de hoy, que surgió en su forma actual después de que el estado proporcionara la base tecnológica, aunque luego descuidara regular lo que se construyó sobre ella. Como resultado, algunas firmas dominantes de big tech han comenzado una nueva era de extracción algorítmica de valor, que beneficia a unos pocos a expensas de muchos”. No hay novedad, el Estado neoliberal ha creado las condiciones para el saqueo de las economías a costa de la mayoría.
Estamos parados en un cruce de caminos en el cual ya no pueden marchar obligadamente juntos esas fuerzas expoliadoras y las grandes mayorías. Desde 2008 llegó el insuperable estancamiento secular, producto de tasas de inversión productiva privada reptantes. Pero a pesar de que el ingreso nacional tiende al estancamiento, esas fuerzas han provocado la mayor desigualdad de la historia, enriqueciéndose como nunca con mecanismos financieros.
Mazucatto quiere estados con misión y objetivos de dirección de la sociedad. Pensar la economía capitalista, sin pensar en la estructura de fuerzas políticas que construyen al Estado que sostiene al capitalismo parasitario lleva a propuestas quiméricas, que no pueden salvar al capitalismo de sí mismo. La suya es una misión imposible.
El welfare state creado al final de la Segunda Guerra no surgió para llevar justicia a las mayorías, ni para salvar al capitalismo de sus excesos, surgió impulsado por el pánico al ogro del comunismo.