El antropólogo y arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma afirma que la poesía “me abre horizontes increíbles” y que le tiene un respeto enorme; además, reconoció su admiración por Rainer Maria Rilke y por “muchos de los poetas que ha podido, en algunos casos, explicar el mundo en una sola frase”.
Entrevistado por la escritora Silvia Molina, a propósito de la celebración de sus 80 años, el fundador del Proyecto Templo Mayor dijo que “gracias a la lectura de Rilke abrí mi interior para otra forma de pensamiento. Romper con lo superfluo”. En Cartas a un joven poeta, de ese poeta austriaco “veo que es el interior de uno lo que cuenta, que lo externo puede ser pasajero”.
Matos Moctezuma, en la charla organizada por la Academia Mexicana de la Lengua, informó que está escribiendo sobre arte prehispánico con una “cierta crítica a quienes fácilmente hablan de eso cuando ya no entran ni al análisis de la forma o al profundo de las expresiones estéticas”.
Refirió cinco rupturas que han marcado su vida. La primera ocurrió cuando “de ser profundamente religioso pasé a ser profundamente materialista en cuanto a la filosofía, no al dinero. A partir de eso me sentí el hombre más libre del mundo. Me dije: ‘de aquí en adelante yo soy el responsable de mis actos’”.
La separación de su esposa y espaciar el contacto con sus hijos representó la segunda ruptura; seguida de la del poder encarnado en el influyente Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para regresar a la investigación. En ese entonces se descubrió la escultura de Coyolxauhqui, el 21 de febrero de 1978. “Me hice cargo del proyecto y llevamos 43 años de investigación constante en el lugar”.
La cuarta ruptura, con lo innecesario, ocurre debido a sus lecturas de Rilke. “Así llego a mi quinto rompimiento: el encuentro con la muerte. La muerte ha sido motivo de muchos títulos de mis libros, cinco o seis, con algo relacionado con la muerte”, menciona Matos.
De su pasión por la antropología sostuvo: “Nace porque encuentro que hay una compatibilidad con mi pensamiento filosófico materialista, y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia lo aprendes. Todo eso me sirve mucho más para afianzar aquel pensamiento que había roto a los 15 años con todo lo idealista, la Iglesia, etcétera. Estaba en mi mero mole, además, en una escuela de izquierda, también a tono con todo lo que he comentado”.
A la pregunta sobre si el Templo Mayor es uno de sus hijos, respondió: “En cierta forma sí. Yo lo crié con muchos colaboradores. No creas que fue fácil, había algunos directores del INAH que ponían trabas. Nos salimos con la nuestra y ahí está el museo. Desde luego que es mi hijo, mi hermano y mucho más”.