Los críticos de la Cuarta Transformación no están planteando un debate serio sobre las políticas del gobierno ni hacen propuestas alternativas a los programas y a los cambios de fondo que tienen lugar ante sus ojos y ante toda la nación; quieren golpear, calumnian, inventan enemigos inexistentes y, como escribió Sor Juana, “primero ponen el ‘coco’ y luego se espantan de él”.
No han pensado, por ejemplo, en la conformación del gabinete presidencial integrado con un número de mujeres mayor que en cualquier otro gabinete en la historia de México, ni en qué mujeres están al frente de secretarías de Estado con grandes responsabilidades, claves, tanto para la gobernabilidad como para la consolidación del desarrollo nacional. No se dan cuentan del proceso transformador, que no conocen bien ni les interesa y a lo único que apuestan, es al fracaso del gobierno.
Para mí es admirable (y loable) que al frente de las secretarías de Gobernación, de Energía, de Educación, de Cultura, de Economía, se encuentren experimentadas secretarias y no secretarios y lo mismo en Seguridad Pública, Medio Ambiente, Trabajo y Función Pública; nada menos que nueve mujeres en el más alto nivel del equipo presidencial. Equidad de género, mas allá de las palabras.
Otro giro que no alcanzan a percibir es que, en las fuerzas armadas del país, junto al valor militar de sus integrantes, se fomenta el valor civil; hace pocos días, la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, expresó que la Guardia Nacional es un cuerpo de paz; lo dijo en la clausura de un curso de formación a quienes integran esta Guardia y son parte de las acciones para lograr en México “la paz con justicia”.
Sin duda, es algo inusitado que una mujer esté al frente de la secretaría de Estado que tiene como encomienda combatir a la delincuencia; lo es para quienes no conocen cuál es la propuesta del titular del Poder Ejecutivo y pueden hacer un gesto de desconfianza o de duda, les puede parecer que una licenciada en periodismo, egresada de la prestigiada escuela Carlos Septién García, que inició su carrera como reportera de diversos medios, entre ellos La Jornada, tenga dentro sus atribuciones la de enfrentarse a la inseguridad y a la corrupción; de seguro les parecerá difícil de entender.
Lo que pasa es que se olvidan de que en la lucha en contra de la delincuencia organizada o no, este gobierno abrió dos frentes, uno de ellos, el tradicional consistente en perseguir a quienes hayan cometido delitos para ponerlos en manos de los jueces; y otro una estrategia para remover las causas que generan la conducta antisocial, que son la pobreza, la falta de educación, la marginación de muchos jóvenes que, ante ello, optan por enfrentarse a la ley y a la sociedad organizada. Remover las causas, abrir caminos para la educación y para el trabajo, para la capacitación y la solidaridad, son mecanismos tan eficaces o más que solamente hacer la guerra y perseguir; este gobierno privilegia la prevención sobre la represión y para ello, encarga la tarea a quien ha tenido la experiencia en el gobierno de la Ciudad, la capacitación y la sensibilidad.
Los críticos se oponen a que el Ejercito, preparado para la defensa de las instituciones y del territorio, se ocupe de actividades en campos en los que tienen capacidad profesional que se desperdiciaban; ahora son más aceptados y reconocidos, participan en las obras públicas que mantienen viva la economía nacional en momentos tan críticos para nuestro país.
El cuerpo inicial que integró la Guardia Nacional estuvo formado por militares, pero eran no simples soldados, sino personal proveniente de las policías militar y de la Marina y, por tanto, capacitados no sólo en el manejo de las armas, sino también en la investigación de las faltas o delitos, la integración de expedientes, en derecho y ahora, con mucho énfasis, en el respeto a los derechos humanos, la perspectiva de género y la atención a las víctimas. Así lo externó la titular de Seguridad y esto debe alentarnos, es un giro, se pasa de la declaración de guerra a la propuesta de paz.
Hay quienes hubieran preferido la estrategia de guerra, declarada por el gobierno de Felipe Calderón y continuada durante el de Peña Nieto; se usó entonces a los militares para una función que no es la propia, se cometieron muchos errores y abusos, en la guerra se trata de eliminar al enemigo y como sucedió muchas veces, se produjeron “bajas colaterales” y se olvidó que nuestro sistema exige llevar ante los jueces a quienes cometen delitos, buscar la reparación del daño, pero también la reinserción social del delincuente. Estamos frente a un cambio de fondo y, como lo destacó la secretaria de Seguridad, cercanos a alcanzar una meta de 150 mil integrantes de la Guardia Nacional para finales de año. Por lo pronto, una fuerza de paz eficaz, bien entrenada y simultáneamente, eliminar las causas generadoras de la delincuencia.