Rangún. La represión de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes prodemocracia en Myanmar, que salieron de nuevo este domingo a las calles, mató a más de 700 civiles desde el golpe de Estado militar, 82 de ellos el viernes en Bago.
En Mandalay (centro y segunda ciudad del país), una bomba explotó el domingo por la mañana ante la principal sucursal del banco Myawaddy que pertenece al ejército, hiriendo a un guardia de seguridad, informaron medios locales.
El banco, el sexto de Myanmar, es objeto de un boicot desde el golpe, al igual que las numerosas empresas controladas por los militares.
La represión de las protestas dejó 701 muertos desde que el ejército derrocara el 1 de febrero al gobierno civil de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991 y detenida en un lugar secreto, según el recuento de la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).
La junta militar informó el viernes por su parte de 248 muertos.
Reacción de la UE
Hasta ahora, los esfuerzos internacionales para atajar la violencia no han dado frutos, y este domingo el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, afirmó que China y Rusia están bloqueando los intentos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de imponer un embargo a las armas y dijo que esto no suponía ninguna "sorpresa".
"La competición geopolítica en Myanmar hará que sea muy difícil encontrar un terreno de entendimiento, como hemos visto una y otra vez… pero tenemos el deber de intentarlo", indicó en un blog.
El responsable afirmó que Europa se ha convertido en un mercado importante para la exportación en la industria textil de Myanmar, y sugirió que la UE podría intensificar sus lazos económicos y las inversiones si el país vuelve a la senda democrática.
Entretanto, multitud de personas daban su último adiós a sus familiares y allegados fallecidos el viernes en Bago, a 65 kilómetros al noreste de Rangún, donde, según la AAPP, las fuerzas del orden mataron a 82 opositores al golpe.
El domingo, los manifestantes continuaron con sus protestas, especialmente en Mandalay y en Meiktila (centro), donde universitarios y sus profesores salieron a la calle, según medios locales. Algunos llevaban simbólicamente tallos de flores conocidas como "de la victoria".
A las afueras de Okkalapa Sur, cerca de Rangún, los manifestantes portaban una pancarta con el lema: "Venceremos, ganaremos".
Un llamado a manifestar el domingo por la noche, a la luz de las antorchas, circulaba por todo el país.
Enfrentamientos en el norte
El creciente derramamiento de sangre también ha enfurecido a algunos de los cerca de 20 grupos étnicos armados de Myanmar, que controlan franjas de territorio, principalmente en las regiones fronterizas.
En el norte, en el municipio de Momauk, en el estado de Kachin, el Ejército de Independencia de Kachin, un grupo étnico armado, y el ejército de Myanmar se enfrentaban en intensos combates.
"Intentaron entrar en nuestra área, pero nuestros soldados trataron de bloquearlos en la carretera", declaró el protavoz del KIA, el coronel Naw Bu, a la AFP, que indicó que las fuerzas armadas birmanas respondieron con bombardeos pero no pudo aportar ningún balance.
La víspera hubo disturbios en el norte del estado de Shan, cuando el Ejército de Liberación Nacional Ta'ang (TNLA) atacó una base de la policía, dijo el general de brigada del TNLA Tar Bhone Kyaw.
Una decena de policías murieron en este ataque, según medios locales. El ejército respondió con ataques aéreos, matando al menos a un rebelde, indicó el TNLA.
También se registraron enfrentamientos en Tamu (noroeste), cerca de la frontera con India, cuando el ejército intentó desmantelar barricadas levantadas por los manifestantes para proteger sus barrios.
El ejército disparó munición real y mató a dos civiles, según una testigo. Los manifestantes respondieron lanzando un artefacto explosivo contra un camión militar y matando a una decena de soldados, según la misma fuente.