Ciudad de México. Antes, la Secretaría de Gobernación inspiraba temor. De joven, veía hasta a niños con cara de preocupación esperando en un patio, y una vez acompañé a Rosario Ibarra de Piedra a algún plantón afuera de las rejas de ese temible edificio porfiriano en la calle Bucareli. Quienes no tenían nacionalidad mexicana también acudían con rostro preocupado.
De Gobernación también salían los futuros Presidentes de la República. Oí decir que si no hubiera muerto, Héctor Pérez Martínez, secretario de Gobernación de Miguel Alemán, habría sido primer mandatario, como Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría. Algunos secretarios también fueron candidatos: Francisco Labastida, Santiago Creel y Miguel Ángel Osorio Chong.
Carlos Monsiváis y yo fuimos a ver a Bartlett cuando asesinaron a Manuel Buendía, y aunque nos recibió, no hizo nada. Ahora, acompaña al presidente Andrés Manuel López Obrador.
En cambio, es un gusto enorme que Olga Sánchez Cordero encabece la primera secretaría de mi país, la de Gobernación. En 1868, hace más de dos siglos, el gobierno jamás le habría dado el mando de esa dependencia a una mujer, pero Olga Sánchez Cordero es quien ahora dirige la temible casa porfiriana que hace años fue propiedad del padre de Hugo Margain, secretario de Hacienda, quien tuvo el valor de renunciar al presidente Luis Echeverría.
“Tengo muchos retos por delante, pero estoy contenta”, responde Olga Sánchez Cordero; sin duda la silla que ocupa se estremece por oír la voz de una mujer. La suya es una voz contenta a la que siempre acompaña una sonrisa, la de una licenciada en Derecho segura de lo que hace: “Dice mi marido que en estos 53 años que hemos estado juntos lo que más agradece es mi sonrisa”.
–También para nosotros es bonito tener una secretaria de Estado que sonríe.
–Gracias. Ya son muchos años de estar caminando en la vida.
–Doña Olga, usted es una señora popis, fifí. ¿Qué le hizo apoyar al presidente Andrés Manuel López Obrador? Su tránsito de notaria a ministro de la Suprema Corte para luego encabezar la secretaría más importante de México me hace preguntarle: ¿qué significa dentro su trayectoria y de su vida personal y familiar pertenecer a un gobierno de izquierda como el de Andrés Manuel López Obrador? ¿Lo considera un cambio? La recuerdo con su pelo rubio largo y su mascada de Hermès; ahora la veo en las mañaneras con su chaleco de batalla, el cabello corto, sentada en el presidio a las siete de la mañana. ¿Hay un cambio entre la Olga Sánchez Cordero de ahora y la de ayer?
–Es una pregunta de vida, difícil de resumir en un par de palabras. Siempre, en mi corazón, he sido de izquierda. Siempre he sido libertaria, siempre estuve a favor de la autodeterminación, del libre desarrollo de la personalidad, de los derechos humanos, del feminismo, del ambientalismo, de tantas causas que nos identifican en la izquierda. Siempre he sido de izquierda, siempre, siempre, aunque nací en una cuna, digamos, acomodada: hija de un notario, nieta de boticarios dueños de varias boticas. No decidimos dónde nacer ni a nuestros padres, pero sí decidimos qué vamos a hacer con nuestra vida. Insisto en que soy de izquierda y libertaria; por eso luché en 1968. Lo hice desde pequeña, porque no soy nueva en esto, llevo más de 53 años luchando. No es de la noche a la mañana, es una formación, una convicción personal.
“¿Qué me llevó a estar junto al Presidente actual? Su filosofía política social, su concepto de justicia social, de inclusión, de no dejar a nadie afuera ni atrás, que, finalmente, también ha sido mi lucha. Luché por la no discriminación, por la no exclusión por razones de género, de preferencia sexual, de religión, por razones sociales y étnicas. Comparto, no podría decir que 100 por ciento, pero sí 90 por ciento, la filosofía social y política de Andrés Manuel.
“Mi vida no cambió, se volvió más intensa, porque ser secretaria de Gobernación no es lo mismo que ser ministra de la Suprema Corte, legisladora o constituyente, como fui en 2016. Efectivamente, nací en una situación privilegiada, pero eso no me ha impedido estar cerca de las personas vulnerables, las que menos tienen, las que necesitan una oportunidad en la vida. A esa gente la habían cancelado, porque durante 36 años hubo poca movilidad social; los que nacían pobres se morían pobres.
“Efectivamente, me vestía un tanto distinta, tal vez tendría yo que retomar mi vestuario en mi posición actual, pero la verdad es que me siento más cómoda con este tipo de traje, porque a mis 73 para cumplir 74 ya se me estaban olvidando los años de mi vida, ¿no?, y vestirme un poquito más cómoda. Antes, mi comodidad eran trajes sastres; sí, mascadas Hermès, que me encantan, y tengo una buena cantidad… El tema aquí es mi solidaridad, mi espíritu que está con los que menos tienen, con los que deben salir adelante; por eso estoy con López Obrador.
“Tuve una madre libertaria y una abuela más libertaria aún; esto también se mama. También me formó mi padre, pero más que él, mi madre, quien era lectora irredenta. Leía mucho más que yo y tenía una sensibilidad social tal vez igual a la mía, pero de ella la aprendí.”
–¡Sí! Sus hijas, Paula, juez como usted, y Olga Mercedes, economista del ITAM, siguen su ejemplo.
–Mis dos hijas son también muy solidarias. Una de ellas vivió durante años en una comunidad de la sierra mixe, una población sin caminos, y para ella fue una experiencia maravillosa. Para mi otra hija también ha sido una gran experiencia estar en los tribunales y pronunciarse en favor de la libertad de trabajo de las prostitutas, reconocer los derechos de trabajo de los braceros. Sus sentencias han sido libertarias y avanzadas en el derecho ambientalista. En el sexenio pasado no gustó nada que mi hija detuviera lo del Nevado de Toluca porque ya tenían diseñado el club de golf dentro de las faldas del volcán. Así como su mamá, mis hijas no se dejan nunca presionar por el poder.
Autonomía y libre desarrollo
–Olga, usted fue la primera mujer, de 1995 a 2015, en ser ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, un honor que jamás se había concedido a otras grandes mexicanas. ¿Siente que ahora le es más fácil ayudar a las mujeres en temas tan difíciles como el del aborto?
–En la Corte se fueron construyendo dos derechos fundamentales y sobre estas dos garantías se pueden rescatar el derecho a la autonomía de la voluntad y al libre desarrollo de la personalidad. Prácticamente, todas las sentencias libertarias descansan sobre estos pilares. Por ejemplo, la despenalización del aborto hasta las 12 semanas fortalece la autonomía de la voluntad de la mujer y el libre desarrollo de su personalidad y, sobre todo, lo que es bien importante, es parte de la sentencia de la violación entre cónyuges, porque refuerza su autonomía y la libertad de sus derechos sexuales y reproductivos.
“Creo que es un avance enorme con el que estoy totalmente de acuerdo, y el Presidente lo sabe, porque cuando me invitó a participar en esta gran aventura de vida que es la Cuarta Transformación, supe que yo viviría con intensidad todos los días ese cambio de paradigma, ese parteaguas en la historia de nuestro país.
“Cuando me invitó, conocía mi pensamiento sobre la cannabis, el derecho a decidir, el matrimonio igualitario, sobre la no discriminación y la no exclusión. Todo esto lo sabía el Presidente y no voy a ocultarlo ahora ni nunca, son luchas personales que he compartido con muchas mujeres que desde hace años peleamos por los mismos derechos.
“Por supuesto que he tenido cuestionamientos de grupos conservadores; últimamente fui objeto de un hashtag en lo del PIN parental, cuando dije que la educación era laica y corresponde a las instituciones del Estado, y que de ninguna manera aceptaríamos una censura de los padres en ningún tema de una educación pública, laica, gratuita.”
–¿Cree que el hombre sigue siendo el rey como dice la canción?
–Mire, el sistema patriarcal sigue presente. Si queremos un mundo igualitario tenemos que deconstruirlo, porque nos impide alternativas de vida. Siempre he sostenido que las mujeres que dependen económicamente de su padre, su hermano, su marido, su concubinario, están destinadas a no tener autonomía para tomar decisiones. Cuando la mujer tiene independencia económica ahí empieza su verdadera autonomía.
“El día que tengamos las mismas oportunidades en una sociedad igualitaria, el día en el que las mujeres ganen igual que los hombres y no 30 por ciento menos, el día en que ocupemos más posiciones de decisión y jalemos a otras mujeres, habremos ganado la batalla. Como primera secretaria de Gobernación tengo una responsabilidad doble y cargo una lápida sobre los hombros, porque además de ser buena secretaria de Gobernación, tengo que demostrar que las mujeres podemos ocupar un cargo como éste tan bien o mejor que los hombres. Si no puedo abrir el canal para que muchas más vengan atrás de mí, no habré cumplido mi propósito.”
–Usted fue considerada la juez más liberal de la Corte. ¿Qué podría decirnos al respecto?
–Estudié en el Colegio Francés pero la Universidad Nacional Autónoma de México me transformó, porque me hizo conocer un universo enorme, donde estamos y cabemos todos, y me hizo ser libertaria.
“Cuando estuve en primer año de facultad, para acreditar la materia de derecho civil I, aprendí las 15 causales de divorcio. Obviamente ahí estaba el adulterio. Las causales eran mucho más laxas para los hombres que para las mujeres, incluso en los códigos penales. Encontré códigos en los que si un hombre mataba a una mujer de manera violenta, la sentencia era mínima. Memoricé esas 15 causales de divorcio y resultó que 50 años más tarde pude declararlas inconstitucionales en la Suprema Corte, porque no hace falta ninguna causal para terminar un matrimonio; tomé la misma decisión en la libertad sindical. Si desde hace muchos años, en la Corte, el derecho de afiliarse a cualquier sindicato o asociación es libre, cuantimás el de estar o no casado.
“Ahí surgió la figura del divorcio unilateral o el divorcio ‘incausado’; es decir, sin causa. ¿Sabe quiénes promueven 80 por ciento del divorcio unilateral incausado? Las mujeres. A los hombres les da flojera divorciarse. Están más cómodos con una mujer que les resuelve su vida diaria, comida, ropa y casa limpia. Sólo 20 por ciento de la población masculina promueve el divorcio incausado. Volvemos a lo mismo, al libre desarrollo de la personalidad y a la autonomía.”
–¿México sigue siendo machista?
–Sigue presente porque es la dominancia. Cuando hice la sentencia de que sí se tipificaba como delito la violación entre cónyuges, porque el macho sigue considerando a la mujer su propiedad. Este concepto de dominancia, de prevalencia en la relación, es lo que no hemos acabado de deconstruir. Va a pasar una generación más para que podamos eliminar el machismo.
–Me llamó la atención la importancia que se dio al caso de Florence Cassez, tanto que el presidente de Francia vino a defenderla.
–Cassez sufría una cuádruple discriminación: por ser mujer, por ser joven, por ser bonita y por ser francesa, además de todo el montaje que injustificadamente la procesó.
–Me entristeció que Florence Cassez nunca recordara al noviecito mexicano a quien la justicia refundió en la cárcel mientras ella volaba de regreso a Francia con sus padres…
–Él tenía otros procesos penales iniciados. Sí, se le tenían que aplicar los mismos criterios que a Florence Cassez en el tema del montaje, pero hasta donde tengo conocimiento él tenía dos causas penales adicionales.
Pleno ejercicio de derechos
–Olga, usted se ha aventado muy buenos tiros desde la Secretaría de Gobernación en favor de las más jóvenes. ¿Qué hace por las que sí tienen opción de ir a la universidad y las que no la tienen?
–Estamos coordinando a toda la administración pública en la atención a las violencias que sufren jóvenes, niñas, adolescentes y adultas mayores. A las jóvenes les diría que gracias a que ya andamos nosotras el camino, ellas ya no tienen que hacerlo; les dimos un punto de partida. Las jóvenes de hoy ya no piensan como nosotras. A ellas, los derechos de la mujer les han sido dados, no tienen que luchar por ellos. Su problema es cómo ejercerlos a plenitud.
–También se ha propuesto cambiar la sumisión de las mexicanas: “Mi señor ordena”.
–Sí, a pesar de que es una tradición, y a lo mejor hablamos de usos y costumbres, ante todo en poblaciones indígenas. Claro que lo cambiaría, porque mi tema es el de una sociedad igualitaria y también es tema del Presidente. Si queremos tener una auténtica sociedad igualitaria, tenemos que ejercer esa igualdad de derechos. El hombre debe entender que tiene una relación de igual a igual con su esposa, su novia, su concubina, su pareja. No desprecio la actuación de los hombres, al contrario: pido respeto irrestricto en términos de igualdad.
–Finalmente, la destrucción de la valla frente a Palacio Nacional hace que muchos quieran oír lo que opina usted.
–No estoy de acuerdo, porque las mujeres se exponen y pueden llegar a ser violentadas. Participé en muchas movilizaciones, intervine en muchos mítines en forma pacífica haciendo patente mi inconformidad. Una cosa es manifestarse y otra ponerse en riesgo. ¿Recuerda que una se prendió fuego y acabó prendiendo a otra al intentar quemar la puerta de Palacio Nacional? Eso lleva a la anarquía. Les diría que hicieran su camino en forma pacífica, pero contundente, con decisiones firmes, sin titubeos, y que avanzaran hacia la igualdad y el respeto irrestricto.