El Festival Internacional de Cine Judío en México cumple su mayoría de edad. Llega a los 18 años en medio de la pandemia, pero con la esperanza de decir “Lejaim por la vida”, que quiere decir “salud o brindemos por la vida”, dijo la directora de este encuentro artístico, Fredel Saed Raffoud.
De acuerdo con la numerología judía y según su valor en el alfabeto hebreo, el 18 significa lo mismo: “Desde siempre se supo que esta edición abordaríamos a la vida como tópico principal aunque, por supuesto, no sabíamos que íbamos a estar pasando estos momentos tan delicados a nivel mundial”.
El encuentro, que se presenta hasta el 28 de abril en Cinépolis y la Cineteca Nacional, tiene cinco películas programadas: Crescendo, Asia, Sirenas, Amor encubierto y Persona non grata.
Aunque falta confirmarse, después de las presentaciones en las salas de cine, a mediados de mayo el festival empezará un recorrido por el circuito universitario y exhibirá cintas de forma gratuita por Zoom en las redes sociales de diferentes instituciones.
La curaduría se llevó a cabo por medio del equipo de programación del festival, el cual está integrado por Gina Szclar, Daniela Ramos y Fernando Moreno, quienes revisaron entre 200 y 300 películas para preseleccionar 30. Después, junto con un comité especializado más amplio, las analizaron y escogieron las cinco que se presentan. “Todas tienen algo que ver con la vida, el valor del amor y la familia”, destacó en entrevista con este medio.
Uno de los requisitos en la selección es que debían contener temática judía. “Con esto me refiero a que, independientemente de lo que trate la película, los protagonistas deben pertenecer a la comunidad. Por ejemplo, en Asia, los personajes son judíos, y Amor encubierto, que sucede en Francia e Israel tiene que ver con un concurso de canto, una relación homosexual, Issis y el Mozad”, explicó.
Uno de los temas que regularmente no se hablan en la comunidad es la diversidad sexual. Siempre ha estado estigmatizado; sin embargo, desde hace 18 años el festival programa películas que lo abordan en su selección oficial, como Amor encubierto, de Daniel Syrkin, explicó Saed Raffoud.
“La cultura judía es muy grande. Así como hay personas buenas, hay gente mala; hay heterosexuales y homosexuales; hay blancos y negros. Para nosotros, el encuentro acerca esta diversidad a la comunidad y pone en evidencia otras que regularmente no se aluden”, destacó.
Por ejemplo, Crescendo, de Dror Zahav, con la que abre el festival, está basada en la Orquesta West-Eastern Divan, creada por Daniel Barenboim y Edward Said en 1999, y aborda el conflicto palestino-israelí desde la perspectiva musical.
“Es la historia de un director de orquesta que tiene la grandiosa idea de hacer una agrupación formada por israelíes y árabes, que se alejan de la ciudad para preparar un espectáculo, donde salen a relucir desde el odio por el otro, que les impusieron cuando eran niños, hasta el amor entre dos personas de diferentes comunidades”, explicó.
En 18 años de festival el encuentro ha ayudado, en alguna medida, a concientizar sobre este conflicto, porque anualmente hay una gran cantidad de personas que ven las películas programadas, comentó.
“Hemos logrado borrar algunas ideas que los medios de comunicación nos han impuesto de que Israel o Palestina son los malos. Nos falta mucho aún para posicionarnos como referente de la comunidad judía en México”, destacó Saed Raffoud.