Luego de que la pandemia lo puso “al borde de la muerte”, el espacio cultural y gastronómico Hostería La Bota organizó este fin de semana un encuentro artístico y cultural para demostrar, en palabras de su propietario, el poeta y editor Antonio Calera-Grobet, que “el ánimo está allí y no nos dejaremos vencer”.
Música, poesía, pintura y talleres forman parte de esta “acción de cultura ciudadana”, como define Melisa Arzate, coordinadora de Proyectos Artísticos y Culturales de La Bota, a esta iniciativa que comenzó ayer y proseguirá este domingo, de 12 a 16 horas, con el lema Precaución: Cultura Sucediendo.
Como parte de las actividades, los pintores Demián Flores, Gabriel Macotela y Antonio Ortiz Gritón realizan un mural en una pared contigua a ese establecimiento, ubicado en el Centro Histórico, en el número 40 de la calle peatonal San Jerónimo, en la Ciudad de México.
El programa incluye también sesiones musicales a cargo de un ensamble encabezado por Adriana Camacho y Germán Bringas; lectura de poesía en voz de Hernán Bravo Varela, Mercedes Alvarado y los propios Antonio Calera-Grobet y Melisa Arzate, así como la difusión de textos escritos ex profeso por los poetas Natalia Toledo y Ernesto Lumbreras, así como por el narrador Guillermo Fadanelli, que serán distribuidos.
“Esto se logró por la cultura. Básicamente, la comunidad cultural me ha dicho que La Bota no me pertenece, sino que pertenece a la ciudad. Por eso ahora estamos haciendo cultura para abrir”, indicó Calera-Grobet, quien contó que para salvar este proyecto tuvo que recurrir a los ahorros de su vida.
“Teníamos que cubrir todo el daño que había infligido la pandemia. No quiero que se me vea como plañidera o alguien que se está quejando –eso de ponerse lastimero no cabe–, pero sí ha sido un esfuerzo muy difícil de lograr. Mucho tiempo pensé que no sería posible, que La Bota había muerto, como le ocurrió al Museo del Jamón, en Madrid, y como le sucederá a muchos espacios más en el camino. Pero no, aquí estamos y hasta ahorita podemos alzar la cabeza.”
De acuerdo con el promotor cultural, el encuentro de este fin de semana “es una primera piedra con la que se dice a la ciudadanía que creamos arte, que hacemos cultura, que ésta nos pertenece y nos constituye, que somos un episodio cultural y que no habremos de parar”.
Expresión de amor al arte
Para Melisa Arzate, este encuentro no será un hecho aislado, sino que se repetirá cada determinado tiempo; lo definió como “expresión de amor por la cultura”, que tiene que ver con hacer ciudadanía y tomar el espacio público como un gesto de recuperación de las personas como individuos, sociedad y nación.
Es también un acto de rebeldía, agregó, al ser una manera de recuperar el Centro Histórico: “Veíamos que el espacio público por el que tanto hemos luchado y hemos trabajado nos estaba siendo arrebatado, no sólo por establecimientos de índole no cultural, sino por la delincuencia y el crimen organizado.
“Entonces, ahora decidimos hacernos nuevamente de las calles, y eso, para nosotros, tiene que ver con hacer cultura. Pensamos que la forma más alta de cultura es la ciudadanía, es un hacer y ser ciudadano, un estar siendo ciudadano desde la cultura.”